Bhagavad-gītā 9.31
Una persona que se cae de un acantilado se puede salvar sujetándose de otra persona que esté parada en el acantilado.
Somos como la persona que cae, arrastrada por nuestros condicionamientos hacia actividades inmorales y antidevocionales. Kṛṣṇa es como la persona que nos rescata; nos sostiene y nos levanta dándonos misericordiosamente una inteligencia y un gusto superiores. Pero para que nos rescate con éxito, debemos hacer nuestra parte: aferrarnos a Él practicando diligentemente el bhakti-yoga.
Mientras que una persona que cae suele tener miedo de caer, a veces nos sentimos ansiosos por caer; nos dejamos tentar por los placeres inferiores. Así que dejamos de lado a Kṛṣṇa y caemos en la sensualidad. Afortunadamente, sin embargo, Kṛṣṇa no es un salvador común; es omnipotente. Con Su poder inconcebible, extiende Su brazo para poder sujetarnos incluso cuando nos inclinamos hacia los placeres inferiores. Que nos sujete significa que nos da repetidamente oportunidades para practicar el bhakti y recordatorios del sabor sublime del bhakti. Debido a que consciente o inconscientemente recordamos ese sabor, no podemos deleitarnos con los placeres inferiores, incluso si nos hemos deleitado con ellos antes e incluso si nos sumergimos profundamente en ellos ahora, tal como una persona que recuerda un banquete suntuoso y delicioso no puede estar satisfecha con bocados magros e insípidos.
Al experimentar así la vacuidad de los placeres mundanos y recordar la riqueza de los gozos devocionales, tarde o temprano nos volvemos de nuevo hacia Kṛṣṇa. A medida que nos aferramos a Él practicando el bhakti con determinación, Él nos eleva rápidamente a nuestro nivel previo de crecimiento espiritual. Desde allí, nos eleva constantemente, purificándonos mediante nuestra diligente práctica del bhakti, y finalmente nos saca de la existencia material. El Bhagavad-gītā (9.31) subraya esta naturaleza esperanzadora del amor infalible de Kṛṣṇa al declarar que Sus devotos nunca perecerán.
Prontamente él se vuelve virtuoso y consigue una paz perdurable. ¡Oh, hijo de Kuntī!, declara osadamente que Mi devoto nunca perece. - Bhagavad-gītā 9.31
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