Bhakti no es parte de la vida; la vida es parte del bhakti


Bhagavad-gītā 6.45

Mucha gente trata el bhakti como una parte opcional de la vida: “Te gusta el bhakti, lo practicas. No me gusta, así que no lo practicaré”.
A nivel funcional, esta comprensión del bhakti parece correcta. Después de todo, la gente es libre de elegir si practicar bhaktio no.
Sin embargo, a nivel fáctico, percibir el bhakti como un pasatiempo cultural voluntario pasa por alto su esencia universal: el anhelo del corazón por el amor eterno. Todos anhelamos amar y ser amados.
La sabiduría del Gītā explica que este anhelo puede satisfacerse perfecta y perennemente si lo dirigimos hacia la todo-atractiva Persona Suprema, Kṛṣṇa. Y el bhakti-yoga es el proceso de disciplina espiritual mediante el cual podemos redirigir el instinto bhakti del corazón, su anhelo de amor, hacia Kṛṣṇa. Durante muchas vidas, hemos estado buscando el amor, una búsqueda que era esencialmente nuestro instinto bhaktidescarriado debido a la ignorancia o la intemperancia.
La ignorancia desvía nuestro amor hacia objetos temporales en lugar de Kṛṣṇa. Pero como todas esas cosas son temporales, mientras que nosotros, las almas, somos eternas, nuestro anhelo permanece perpetuamente insatisfecho.
La intemperancia permite que nuestro amor sea arrastrado hacia los objetos mundanos incluso después de que llegamos a saber que Kṛṣṇa es el mejor objeto para nuestro amor. De manera pertinente, el Bhagavad-gītā ( 6.45 ) indica que el logro de la perfección espiritual a menudo requiere muchas vidas.
Al comprender así nuestra existencia como una búsqueda de amor en múltiples vidas, vemos la vida, es decir, nuestra vida presente, como parte del bhakti. Y vemos la relegación de un bhakti a una parte opcional de la vida como una ignorancia aparentemente correcta que sabotea nuestra fuerza de voluntad para centrar nuestro amor en Kṛṣṇa.
Cuando rechazamos esta ignorancia y llevamos el bhakti al centro del escenario de nuestra cosmovisión, entonces el bhakti rápidamente concede a nuestro corazón la plenitud eterna.
Y cuando el yogī se esfuerza sinceramente por progresar más y se limpia de todas las contaminaciones, entonces, finalmente, logrando la perfección después de muchísimos nacimientos dedicados a la práctica, llega a la meta suprema. – Bhagavad-gītā 6.45

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