Bhagavad-gītā 6.43
Hay un final sombrío en la vida. Una vez que ha pasado un momento, ha pasado para siempre. Una vez realizada una acción, no se puede deshacer. Una vez que la flecha de una palabra hiriente ha sido disparada desde el arco de nuestra lengua, no se puede retirar.
Esta irreversibilidad se extiende también a nuestra vida interior. Nuestro carácter es como una mansión interior en la que reside nuestra conciencia. Cuanto más fuerte sea nuestro carácter, más alto podrá elevarse nuestra conciencia. Cuando sucumbimos a una tentación inmoral, esa indulgencia crea en nuestra conciencia una impresión que nos impulsará a complacernos una y otra vez. Cada una de estas impresiones es como una peligrosa chispa de fuego en una mansión de madera: puede quemar la sustancia moral de nuestro carácter.
Al contemplar la gravedad de nuestras acciones, podemos elegir con seriedad. Pero la sobriedad puede degenerar en negatividad si concebimos erróneamente que nada se puede cambiar. Una mansión quemada no se puede recuperar, pero sí se puede reconstruir. De manera similar, las impresiones dañinas no se pueden borrar, pero sí se pueden enterrar. Al tomar decisiones moralmente saludables, podemos sobrescribir nuestra conciencia con impresiones positivas que nos impulsarán a realizar acciones edificantes.
Las mejores impresiones positivas son las impresiones espirituales. Cuando practicamos yoga y saboreamos su objetivo final, Kṛṣṇa, las impresiones espirituales resultantes son formidables: no pueden quedar sepultadas permanentemente por ninguna impresión material que pueda adquirirse si recaemos en el materialismo. Incluso si nos alejamos de Kṛṣṇa, el Bhagavad-gītā ( 6.43 ) indica que nuestras impresiones espirituales afloran nuevamente, ya sea en esta vida o en una vida futura, restaurando nuestro gusto espiritual perdido.
Aun así, las impresiones materiales distraerán y será necesario superarlas. Es por eso que mucho mejor que el laborioso y peligroso camino de construir, enterrar y recuperar es el camino de construir cuidadosamente hasta que nos elevemos fuera de la existencia material.
¡Oh, hijo de Kuru!, al obtener esa clase de nacimiento, él revive de nuevo la conciencia divina de su vida anterior, y trata de progresar más a fin de lograr el éxito completo. – Bhagavad-gītā 6.43
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