Bhagavad-gītā 6.44
Como aspirantes a devotos, nuestra determinación devocional puede flaquear cuando nos enfrentamos a las tentaciones de los placeres materiales.
A menudo estas tentaciones nos persiguen como fantasmas; siguen apareciendo una y otra vez, poseyendo nuestra mente y empujándonos a actuar de manera angustiosa o incluso repugnante.
Si debido a esta presión repetida abandonamos nuestros principios devocionales y nos entregamos a esos placeres, los encontraremos extrañamente insípidos. Incluso si buscamos esos placeres en formas más groseras y con mayor frenesí, el mismo mal gusto nos perseguirá implacablemente.
Tal mal gusto, informa la sabiduría del Gītā, es una señal de que estamos perseguidos por otro fantasma: el fantasma de la felicidad devocional. El gran comentarista vaiṣṇava Viśvanātha Cakravartī Thākura utiliza la metáfora del fantasma para transmitir lo inolvidable de la felicidad espiritual. A diferencia del fantasma de la felicidad material que nos atormenta a nivel consciente, el fantasma de la felicidad devocional suele actuar a nivel subconsciente. Allí, expone la vacuidad de todos los placeres materiales al contrastarlos subliminalmente con los gozos devocionales.
Debido a esta doble posesión durante nuestra transición del placer material a la felicidad devocional: inevitablemente estaremos insatisfechos, ya sea por el anhelo consciente de placer material o por el anhelo subconsciente de felicidad devocional. Ceder al anhelo material nunca nos hará felices porque ya hemos probado la felicidad devocional mucho mayor. Incluso si nuestro condicionamiento interno y nuestra cultura externa no nos permiten darnos cuenta de la superioridad de la felicidad devocional, el Bhagavad-gītā (6.44: hriyate hy avasho pi sah ) indica que este gusto superior nos arrastrará de regreso a las prácticas devocionales, antes si cooperamos, después si nos resistimos.
Por lo tanto, sabiendo que la búsqueda de los placeres materiales es ahora una causa perdida, preparémonos para luchar contra el anhelo material, asegurándonos así de obtener la felicidad suprema más temprano que tarde.
En virtud de la conciencia divina de su vida anterior, él se siente atraído automáticamente a los principios yóguicos, aun sin buscarlos. Ese trascendentalista indagador siempre está por encima de los principios rituales de las Escrituras. – Bhagavad-gītā 6.44
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