No te pierdas la fiesta del corazón por culpa del letargo de la mente


Bhagavad-gītā 10.18

El amor tiene vida propia y necesita su propio alimento para sobrevivir y prosperar. El alimento del que se alimenta el amor es la gloria, la belleza y, en definitiva, todas las cualidades atractivas de la persona amada.
Este principio universal que subyace a todo amor es la base de las actividades primarias del servicio devocional: escuchar, cantar y recordar centrados en Kṛṣṇa. Cuanto más escuchamos, hablamos y pensamos acerca de Él, más alimentamos nuestro tierno amor por Él. Y cuanto más alimentamos ese amor, más adquiere vida propia y velocidad de crecimiento. Crece –y crece rápido–, lo que nos hace aún más ansiosos de escuchar acerca de Él.
La contemplación creciente de Kṛṣṇa y el amor por Él se enriquecen mutuamente en un ciclo gozoso y glorioso que llena nuestro corazón de éxtasis divino. Aunque ese éxtasis puede ser inaccesible para nosotros en la actualidad, podemos vislumbrarlo al escuchar las palabras de devotos avanzados que lo están saboreando. El Bhagavad-gītā (10.18) comparte con nosotros un relato en primera persona de ese tipo, cuando Arjuna expresa su intenso e inmenso anhelo de escuchar las glorias de Kṛṣṇa sin cesar.
Ese éxtasis nos atrae, pero nuestra inercia mental nos encadena. Esta inercia se refiere a la tendencia de nuestra mente a volverse letárgica al pensar en Kṛṣṇa y conectarse con Él. Bajo el hechizo de la inercia, nos perdemos el festín de las actividades devocionales placenteras.
Meditar en versos como estos nos recuerda el banquete que nos espera, estimulando así nuestro hambre devocional. Mediante ese estímulo, podemos superar la inercia y dedicarnos al servicio devocional con entusiasmo. La participación seria en actividades devocionales prepara nuestro corazón para saborear gradualmente el banquete supremo: el recuerdo continuo, absorbente y satisfactorio de Kṛṣṇa.
¡Oh, Janārdana!, por favor describe de nuevo detalladamente el poder místico de Tus opulencias. Yo nunca me sacio de oír hablar de Ti, pues cuanto más oigo, más quiero saborear el néctar de Tus palabras. –

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