Bhagavad-gītā 6.34
Creciendo a través de las adversidades, Nútrete
Supongamos que contraemos una infección. Si no tenemos cuidado, lo transmitiremos a los demás.
Si bien generalmente somos conscientes de que la infección física es transmisible, es posible que no seamos conscientes de que también lo es la aflicción emocional. Esta transmisibilidad se expresa en el dicho: la gente herida hace daño a la gente. ¿Qué significa? ¿Que cuando las personas resultan heridas, sus seres queridos naturalmente se sienten heridos? Posiblemente; normalmente significa algo mucho más. Cuando las personas se sienten heridas, ellas mismas actúan de manera hiriente: pueden arremeter contra los demás verbalmente o incluso físicamente. Y es posible que arremetan no sólo contra quienes los han lastimado, sino también, sin saberlo, contra quienes quieren ayudarlos. Peor aún, pueden incluso arremeter indiscriminadamente contra cualquiera que esté en su poder para hacer daño. Lo peor de todo es que, aunque normalmente no sean malévolos, el dolor puede hacer que actúen de manera malévola: de manera regular, habitual y moralista.
Dentro de todos nosotros hay una mente que puede enloquecer y volvernos locos, como advierte el Bhagavad-gītā (6.34). Esta mente diabólica puede hacernos creer sutil e insidiosamente: “Si yo soy herido, ¿qué derecho tiene alguien a salir ileso? Ellos también merecen ser heridos; y sólo les estoy dando lo que se merecen”. Así es como podemos acabar convirtiéndonos no sólo en transmisores de dolor, sino también en multiplicadores del mismo.
¿Cómo podemos evitar degenerar en malevolencia? Transformando nuestro dolor. ¿Cómo? Al encontrar significado y propósito en nuestro dolor. El significado nos ayuda a aceptar la situación dolorosa. Y el propósito nos ayuda a superar esa situación.
La sabiduría del Gītā está lista para equiparnos con una visión del mundo que infunda toda nuestra vida con un significado profundo y un propósito poderoso. Al asimilar y aplicar la sabiduría del Gītā, todos podemos aprender a transformar cualquier dolor que encontremos.
Conclusión:
El dolor que no se transforma termina transmitiéndose: busca significado y propósito para transformar tu dolor.
Piénsalo:
· ¿Cómo se transmite el dolor?
· ¿Conoces a alguien que se haya convertido en transmisor o multiplicador del dolor?
· ¿Cómo podemos transformar el dolor?
La mente es inquieta, turbulenta, obstinada y muy fuerte, ¡oh, Kṛṣṇa!, y someterla, creo yo, es más difícil que controlar el viento. – Bhagavad-gītā 6.34
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