Amar primero al creador para amar mejor a las criaturas


Bhagavad-gītā 12.13

A veces la gente piensa: “¿Amar a Dios nos hará descuidar a los demás? ¿Concentrarnos en aquel que está más allá de este mundo nos hará indiferentes hacia aquellos que están en este mundo?”.
No, en absoluto, porque cuando amamos a Dios, comprendemos la plenitud de Su grandeza divina: Él no sólo existe más allá de este mundo, sino que está estrechamente conectado con él como el creador supremo de todas las criaturas que viven aquí. Amar al Creador en Su plenitud significa amar también a Sus criaturas. En el Bhagavad-gītā (12.13) se afirma, en forma pertinente, que quienes son devotos de Krishna se convierten en amigos no envidiosos de todos los seres vivos.
Cuando amamos a Dios y disfrutamos de Su amor por nosotros, podemos amar mejor a los demás porque ya no dependemos emocionalmente solo de ellos para satisfacer nuestra necesidad de amor. Mientras dependamos emocionalmente de alguien, no podemos hablar con firmeza ni actuar con firmeza para su beneficio, porque tememos perder el apoyo emocional que recibimos de esa persona.
Tal era la situación del rey ciego Dhṛtarāṣṭra en el Mahābhārata: debido a su apego a su malvado hijo Duryodhana, no podía hacer nada para detener a ese villano de sus viles caminos.
Él profesó amar a su hijo, y lo amaba tanto que descuidó incluso el consejo de Kṛṣṇa por su bien. Sin embargo, su amor terminó sin hacerle ningún bien ni a su hijo ni a él mismo. El amor que nos inhibe de actuar en beneficio del amado es, en el mejor de los casos, la sombra del amor y, en el peor, una caricatura del amor.
Podemos amar a los demás adecuadamente cuando no dependemos excesivamente de ellos emocionalmente. Y obtenemos esa independencia emocional cuando nos sentimos realizados en nuestra relación con Kṛṣṇa. Al obtener seguridad y fortaleza internas en esa relación, podemos actuar con valentía y consideración en nuestras relaciones para el beneficio integral de todos.
Aquel que no es envidioso sino que, más bien, es un buen amigo de todas las entidades vivientes, que no se cree propietario de nada y que está libre del ego falso, que mantiene la ecuanimidad tanto en la felicidad como en la aflicción, que es tolerante, que siempre está satisfecho, que es autocontrolado, y que está dedicado al servicio devocional con determinación, con la mente e inteligencia fijas en Mí, esa clase de devoto Mío es muy querido por Mí. - Bhagavad-gītā 12.13

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