Bhagavad-gītā 12.13
Cuando las personas nos rechazan, nos engañan o nos humillan, podemos sentirnos justificados a odiarlas.
Por más justificados que sean nuestros sentimientos, eso no cambia la realidad de que el odio nos hiere mucho más a nosotros que a quienes nos han hecho daño. ¿Por qué? Porque albergar odio en nuestro corazón es como sostener constantemente un carbón encendido en nuestra mano para encontrar el momento adecuado para arrojárselo a un ofensor.
Cuando el odio hacia alguien se convierte en nuestra emoción impulsora, sin quererlo dejamos que ese odio se apodere de nuestro corazón. Ese odio es la otra cara de las relaciones materiales divorciadas de la realidad espiritual. En lugar de dejar que el amor por alguien gobierne nuestro corazón, dejamos que el odio hacia esa persona lo haga. De cualquier manera, perpetuamos la ilusión de vivir en el nivel material de la conciencia.
La sabiduría del Bhagavad-gītā nos insta a elevarnos al nivel de las relaciones devocionales en las que amamos a Kṛṣṇa y amamos a todos los seres vivos en relación con Kṛṣṇa.
El Bhagavad-gītā ( 12.13 ) indica que quienes aman a Kṛṣṇa no odian a nadie, sino que son amigos compasivos de todos. Esos devotos saborean la satisfacción de amar a Kṛṣṇa y saben que nada se compara con esa dulzura. Así que, sin importar lo que les haga quien los trate, siempre mantienen sus vidas centradas en el servicio amoroso a Kṛṣṇa y alinean todas las relaciones en consecuencia. Tratan de compartir el amor de Kṛṣṇa con todos y descuidan a quienes rechazan sus invitaciones a entrar en el círculo de amor de Kṛṣṇa. Incluso pueden hacer lo necesario contra aquellos que dañan sus intentos de compartir el amor de Kṛṣṇa, pero nunca odian a nadie. Su amor por Kṛṣṇa es demasiado grande como para dejar espacio en su corazón para el odio.
Al esforzarnos por centrarnos de manera similar en Kṛṣṇa, también nosotros podemos llenar nuestro corazón de amor y expulsar de él el odio.
Aquel que no es envidioso sino que, más bien, es un buen amigo de todas las entidades vivientes, que no se cree propietario de nada y que está libre del ego falso, que mantiene la ecuanimidad tanto en la felicidad como en la aflicción, que es tolerante, que siempre está satisfecho, que es autocontrolado, y que está dedicado al servicio devocional con determinación, con la mente e inteligencia fijas en Mí, esa clase de devoto Mío es muy querido por Mí. - Bhagavad-gītā 12.13
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