Aquellos que se inclinan ante el altar del odio no pueden inclinarse ante el Dios del amor


Bhagavad-gītā 11.55

Algunas personas, llevadas por un celo religioso mal dirigido, se vuelven hostiles y violentas hacia los demás. Esas personas afirman estar adorando a Dios, pero contemplan su odio hacia los demás mucho más que a Dios. Lo que está entronizado en su corazón es el odio, no Dios.
Algunas personas, que han tenido experiencias negativas con esa violencia religiosa, se muestran aprensivas al encontrarse con el escenario de batalla del Bhagavad-gītā. Sin embargo, su aprensión está equivocada porque el Bhagavad-gītā no llama esencialmente a la violencia, sino a la trascendencia, a elevar la conciencia humana del nivel material al nivel espiritual.
El Bhagavad-gītā explica que la realidad espiritual suprema, la persona suprema y sumamente atractiva, Kṛṣṇa, es benévola con todos (5.29), y quiere que Sus devotos sean igualmente benévolos (12.13). Se supone que debemos ayudarlo a espiritualizar la sociedad contribuyendo de acuerdo con nuestra posición social y disposición psicofísica.
Si se quiere fomentar la conciencia espiritual en la sociedad, el Bhagavad-gītā reconoce con un realismo implacable que es necesario neutralizar a los elementos que son inveteradamente anti espirituales y antisociales. Esta neutralización, en última instancia, también beneficia a esos elementos: les impide seguir generando mal karma y cosechar el sufrimiento que conlleva. El contexto del Bhagavad-gītā refleja una situación excepcional en la que el devoto era un guerrero y los oponentes eran incorregibles. Para la mayoría de nosotros, en nuestra vida diaria, estas excepciones casi nunca se aplican.
Reflejando su mensaje esencial de compasión espiritual, el Bhagavad-gītā (11.55) enfatiza que sólo aquellos que trabajan sin aversión hacia nadie pueden alcanzar el destino supremo de la vida.
Cuando comprendemos la esencia saludable del Bhagavad-gītā, practicamos el bhakti-yoga y nos armonizamos con el Dios del amor, expulsando así el odio de nuestro corazón. Con nuestra conciencia así purificada, somos guiados a actuar con compasión espiritual hacia todos, incluso hacia aquellos que nos provocan. Lejos de convertirnos en agentes del odio, nos convertimos en agentes del amor.
Mi querido Arjuna, aquel que se dedica a Mi servicio devocional puro, libre de la contaminación de las actividades fruitivas y de la especulación mental, y que trabaja para Mí, que Me convierte en la meta suprema de su vida y que es amigo de todo ser viviente, sin duda que viene a Mí. – Bhagavad-gītā 11.55

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