Bhagavad-gītā 12.5
Nuestro corazón anhela naturalmente salir a buscar un objeto digno de amor. Sin embargo, esta búsqueda a menudo termina en desgracia cuando quienes amamos no están a la altura de nuestras esperanzas.
Algunas personas, quemadas por experiencias tan angustiosas, desarrollan un miedo al amor. Ponen un candado en su corazón, no permitiéndose tocar emocionalmente ni ser tocadas por nadie. Cuando exploran el lado espiritual de la vida, gravitan hacia sus representaciones despersonalizadas. Después de todo, si la Verdad Absoluta fuera una refulgencia impersonal y la perfección espiritual significara la disolución de la identidad personal individual al fundirse en esa refulgencia, entonces no quedaría lugar para el amor y el riesgo de dolor que ello conlleva.
Lo que nuestro amor necesita no es un candado, sino un camino purificador.
Esta filosofía sobre la espiritualidad, impulsada por el miedo, puede parecer segura para algunos, pero en realidad niega la vida. Perpetúa el candado en el corazón. Lo que los impersonalistas consideran una protección (la supresión de nuestra naturaleza amorosa) termina convirtiéndose en una restricción. Los impersonalistas se condenan a sí mismos a una privación emocional eterna, a no sentir nada, a vivir en gran medida como una piedra. El anhelo de amor se encuentra en el centro de nuestro ser; negarlo es negar la sensibilidad misma que define nuestra existencia. El impersonalismo es, por tanto, una privación espiritual elegida por nosotros mismos. Pertinentemente, el Bhagavad-gītā (12.5) advierte que la obsesión con concepciones impersonales hace que el camino espiritual sea problemático.
La sabiduría del Bhagavad-gītā indica que lo que nuestro amor necesita no es un candado, sino un camino purificador. La perfección espiritual no requiere el encarcelamiento del amor, sino su redirección hacia Kṛṣṇa, la manifestación más elevada de la Verdad Absoluta. Él es la fuente personal trascendental de la refulgencia impersonal. Nosotros, como almas, somos sus partes eternas y estamos destinados a deleitarnos con Él en una armonía eterna de amor. Nuestro anhelo de amor, cuando reposa en Él, alcanza una satisfacción perfecta y perenne.
¿Por qué encarcelar el corazón en un perpetuo desamor a través del impersonalismo cuando el bhakti puede liberarlo hacia el amor eterno?
Para aquellos que tienen la mente apegada al aspecto no manifestado e impersonal del Supremo, el adelanto es muy penoso. Progresar en esa disciplina siempre es difícil para aquellos que están encarnados. – Bhagavad-gītā 12.5
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