La renuncia no es una función de la frustración - es un fruto de la realización


Bhagavad-gītā 12.16

Algunas personas piensan que quienes recurren a la renuncia son aquellos que se sienten frustrados con la vida material, especialmente por su incapacidad de tener éxito en las actividades materiales.

 

Si bien la frustración puede inducir un sentimiento de renuncia, esta es efímera y superficial. Efímera porque dura sólo hasta que las perspectivas de disfrute material se vuelven más brillantes, y superficial porque no refleja ningún cambio sustancial en la actitud interna de concebir los objetos mundanos como placenteros.

 

Por eso, esa frustración no conduce a una verdadera renuncia, pero puede actuar como un impulso hacia la comprensión, que es la base de la renuncia. Esa comprensión se centra en la interiorización de las verdades de que los placeres mundanos son insustanciales y que nosotros, como seres espirituales, estamos destinados a un placer superior.

 

Cuando practicamos yoga, especialmente bhakti-yoga, esa práctica purga nuestra conciencia de las contaminaciones mundanas que perpetúan la ilusión de que las cosas mundanas pueden proporcionar placer duradero. Y expande y eleva nuestra conciencia para que la felicidad espiritual superior no siga siendo una mera concepción intelectual, sino que se convierta en una realidad vivida que se vuelve cada vez más accesible con la práctica.

 

El Bhagavad-gītā, en su capítulo doce, enumera las cualidades que caracterizan a la devoción, e incluye tanto el desapego como la pericia, que significan respectivamente distancia emocional de lo material y pericia en emplear lo material en la búsqueda de lo espiritual. Es pertinente señalar que la renuncia que surge del bhakti-yoga no es tanto una cuestión de acción sino de emoción. Es decir, no requiere abandonar el mundo por completo, aunque, por supuesto, se combina simbióticamente con el abandono de actividades antidevocionales que dañan nuestra sensibilidad espiritual. La renuncia sostenida por el bhakti se centra en la no implicación emocional con las cosas mundanas, lo que nos permite evitar las emociones innobles, emociones que sacan a la luz lo peor de nuestro interior, y albergar emociones nobles, emociones que sacan a la luz lo mejor de nuestro interior.

 

Ese devoto Mío que no depende del curso ordinario de las actividades, que es puro, que es experto, que no tiene preocupaciones, que está libre de todos los sufrimientos y que no ansía obtener un resultado, es muy querido por Mí. - Bhagavad-gītā 12.16

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