Sobrevivir al terremoto y ahogarse en el tsunami: por qué es peligroso reprimir las emociones


Bhagavad-gītā 12.15

Atención plena , Nutrirte

En los círculos sociales que valoran el autocontrol, se respeta mucho a aquellas personas que mantienen la calma en una situación muy provocativa provocada por el comportamiento escandaloso de otra persona. Anhelando respeto, podemos actuar como si no nos afectara el comportamiento exasperante de los demás, aunque estemos furiosos por dentro. 

 

Nuestra moderación externa puede ser constructiva en la medida en que nos impida tener reacciones agresivas que agraven una situación ya de por sí inestable. Es pertinente señalar que el Bhagavad-gītā (12.15) nos insta a no dejarnos perturbar por los demás. 

 

Sin embargo, nuestra moderación externa puede ser contraproducente si simplemente nos estamos construyendo una reputación externa de estoicismo mientras reprimimos nuestras emociones internamente, más aún si estamos creando un precedente para reprimir nuestras emociones regularmente. Pero las emociones no pueden reprimirse por mucho tiempo; y si se reprimen repetidamente, terminarán explotando. Cuando nos enfrentemos a alguna provocación en el futuro, podemos tomar represalias. Y nuestra represalia puede no ser proporcional a esa provocación, sino que puede ser mucho más dura debido a nuestras emociones reprimidas del pasado. Al alertarnos para evitar este tipo de situaciones más desagradables de lo necesario, el mismo verso del Bhagavad-gītā también nos insta a evitar actuar de manera que perturbe a los demás. 

 

Para entender cómo podemos perturbar desproporcionadamente a los demás si seguimos reprimiendo nuestras emociones, pensemos en una vívida metáfora de la naturaleza. Supongamos que se produce un gran terremoto en una zona costera, pero que la gente que vive allí sobrevive sin sufrir grandes daños. Pero justo cuando están respirando aliviados, pensando que el capítulo del terremoto ya ha quedado atrás, se ven inundados por un tsunami provocado por el mismo terremoto. Cuando logramos contener nuestras acciones en una situación provocadora, somos como los supervivientes del terremoto. Pero cuando reprimimos nuestras emociones una y otra vez hasta que nos impulsan a tener conductas destructivas, acabamos siendo como las víctimas del tsunami .

 

¿Cómo podemos evitar ser víctimas de este tipo de comportamientos? Reconociendo que tenemos dos responsabilidades en medio de las provocaciones: primero, la responsabilidad de regular nuestras acciones mientras nos provocan; segundo, la responsabilidad de procesar nuestras emociones, no sólo reprimirlas. Para procesar nuestras emociones, podemos recurrir a prácticas como la introspección en oración, llevar un diario o buscar el asesoramiento de amigos o guías de confianza. Mediante este procesamiento, podemos idear una estrategia adecuada para abordar el problema subyacente más grave. Esta estrategia puede incluir: comunicar nuestras preocupaciones de forma educada pero clara a la otra persona, establecer límites para evitar la recurrencia de esas provocaciones y diseñar formas de desactivar provocaciones similares si siguen ocurriendo. 

 

Resumen: 

Contenernos en una situación provocativa causada por el comportamiento escandaloso de alguien es como sobrevivir a un terremoto, pero simplemente reprimir nuestras emociones sin procesarlas es como dejarnos vulnerables al tsunami desencadenado por ese mismo terremoto. 

 

Piénsalo bien: 

·                     ¿Cuándo es constructivo restringir la expresión de nuestras emociones? 

·                     ¿Cuándo resulta contraproducente tal moderación? 

·                     ¿Cómo podemos aplicar la doble directriz del Bhagavad-gītā para tratar las provocaciones?

 

Aquel por quien nadie es puesto en dificultades y a quien no lo perturba nadie, que mantiene el equilibrio en la felicidad y en la aflicción, en el temor y en la ansiedad, es muy querido por Mí. - Bhagavad-gītā 12.15

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