Bhagavad-gītā 12.18-19
Los malos tiempos ponen a prueba nuestra fe y nos hacen preguntarnos: “Cuando estoy sirviendo a Kṛṣṇa, ¿por qué Él no me protege?”.
La sabiduría del Bhagavad-gītā responde que Kṛṣṇa nos protege de múltiples y misteriosas maneras, no sólo en el nivel material de este mundo, sino también en el nivel espiritual del otro mundo. Los tiempos malos nos empujan a refugiarnos en Kṛṣṇa y, de ese modo, experimentar la realidad y la sublimidad del nivel espiritual. Ese refugio también nos permite tolerar y trascender los tiempos malos y estar mejor preparados para enfrentar los desafíos inevitables de la vida. De este modo, los tiempos malos pueden aumentar nuestra fe en Kṛṣṇa.
Lo que quizás no nos demos cuenta es que los buenos tiempos también son una prueba de fe, y a veces una prueba de fe aún mayor. Cuando el mundo nos da un trato injusto, alejarnos de él y acercarnos a Kṛṣṇa es relativamente fácil. Pero cuando el mundo nos da un buen trato, elegir a Kṛṣṇa pone a prueba nuestra fe: ¿creemos realmente que Él es mejor que lo mejor que el mundo puede ofrecer?
Por supuesto, no tenemos que rechazar el mundo por el bien de Kṛṣṇa; podemos usar las cosas mundanas en Su servicio. Pero para dedicarnos devotamente a las cosas mundanas, necesitamos fijar nuestra visión en Kṛṣṇa, no en esas cosas.
La sabiduría del Bhagavad-gītā nos ayuda a desarrollar esa estabilidad al recordarnos la fragilidad de nuestro cuerpo, la falibilidad de nuestras habilidades y la futilidad de nuestras esperanzas de felicidad duradera en este mundo temporal. Si seguimos sirviendo a Kṛṣṇa sin distracciones incluso en medio de los buenos tiempos, ese servicio devocional nos ayuda a darnos cuenta de que la dulzura de la conciencia de Kṛṣṇa supera la alegría de los buenos tiempos. De este modo, los buenos tiempos pueden aumentar nuestra fe en Kṛṣṇa.
Cuando permanecemos fijos en Kṛṣṇa en medio de la miseria y la felicidad, el Bhagavad-gītā ( 12.18-19 ) declara que nos volvemos queridos para Él.
Aquel que es igual con amigos y enemigos, que mantiene la ecuanimidad en medio del honor y el deshonor, el calor y el frío, la felicidad y la aflicción, la fama y la infamia, que siempre está libre de relaciones contaminantes, que siempre es callado y se satisface con cualquier cosa, a quien no lo preocupa ninguna residencia, que está fijo en el plano del conocimiento y que está dedicado al servicio devocional, esa clase de persona es muy querida por Mí. - Bhagavad-gītā 12.18-19
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