No trates a los demás como un basurero para tus palabras


Bhagavad-gītā 12.19

Si tenemos muchos desechos en nuestra casa, no los arrojaríamos a ninguna visita. Pero, curiosamente, a veces arrojamos nuestras palabras de desechos a los demás.

 

A menudo tenemos un montón de basura en nuestra mente: ira, lujuria, codicia, resentimiento, cinismo, etc. Y arrojamos esa basura a los demás a través de nuestras palabras irreflexivas.

 

Si los niños pequeños dicen lo que les viene a la mente, a menudo la gente no toma muy en serio sus palabras, porque saben que esos niños no tienen ninguna mala intención y no son lo suficientemente maduros para pensar antes de hablar.

 

Pero si los adultos empiezan a decir lo que les viene a la mente, sus palabras se perciben de forma muy diferente. Como a los adultos no se los considera inocentes o inmaduros como a los niños, sus palabras suelen escandalizar o enfurecer a los demás.

 

Cuando damos rienda suelta a los pensamientos y emociones que surgen en nuestro interior, las personas tienen que descifrar nuestros pensamientos no procesados. Eso se convierte en una carga para ellas y, si nuestros pensamientos contienen algo ofensivo, se sienten heridas.

 

¿Qué pasa si estamos tan perturbados que necesitamos desahogarnos con alguien? Debemos hacerlo con discernimiento y solo con quienes nos brindarán consuelo y nos fortalecerán, no con quienes nos malinterpretarán y nos etiquetarán.

 

Si nos convertimos en vías sin filtros para verbalizar nuestro mundo interior, las personas, para protegerse de cargas o dolores innecesarios, dejarán de tomar en serio nuestras palabras y, por lo tanto, dejarán de tomarnos en serio a nosotros.

 

El Bhagavad-gītā (12.19) afirma que una característica de un devoto avanzado es que permanece firme en medio de los elogios y las críticas, y permanece silencioso y grave, sin ceder al impulso de hablar sin pensar.

 

Si queremos que los demás tomen en serio nuestras palabras, necesitamos invertir el tiempo necesario en procesar cuidadosamente nuestros pensamientos y aprender la sensibilidad para expresarlos adecuadamente.


Aquel que es igual con amigos y enemigos, que mantiene la ecuanimidad en medio del honor y el deshonor, el calor y el frío, la felicidad y la aflicción, la fama y la infamia, que siempre está libre de relaciones contaminantes, que siempre es callado y se satisface con cualquier cosa, a quien no lo preocupa ninguna residencia, que está fijo en el plano del conocimiento y que está dedicado al servicio devocional, esa clase de persona es muy querida por Mí. - Bhagavad-gītā 12.19

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