Bhagavad-gītā 15.4
Algunos espiritualistas creen que la realidad espiritual suprema es la unidad impersonal e indiferenciada conocida como Brahman. Estas personas a veces rinden un homenaje superficial al Absoluto Personal, considerándolo una herramienta de trascendencia que necesitan quienes no han evolucionado espiritualmente.
El Bhagavad-gītā reconoce la existencia de la refulgencia Brahman, pero matiza su prominencia. Afirma que esta refulgencia impersonal reside en el Absoluto personal, la persona todo atractiva, Kṛṣṇa (14.27). La primacía de la personalidad en el ámbito de la espiritualidad se reitera en el Bhagavad-gītā (15.4): después de usar el arma del desapego para desenredarnos de la existencia material ilusoria, debemos entregarnos a la Persona Suprema de quien todo ha emanado.
¿Cómo transmite este verso la supremacía del Absoluto Personal? De tres maneras.
1. Se refiere al Absoluto Personal no como una herramienta para desenredarnos de la ilusión, sino como el objeto a alcanzar después de desenredarnos.
2. Indica que el Absoluto no es un objeto en el que fundirse, sino una persona a la que entregarse. La entrega requiere que tanto su objeto como su sujeto sean personas. Y como se nos dice que nos entreguemos incluso después de liberarnos de la ilusión, el objeto personal de la entrega existe más allá del ámbito de la ilusión.
3. Declara que el Absoluto Personal es la fuente de todo, lo que implica que no hay nada más allá de Él a lo que podamos recurrir. Más bien, Él existe más allá de todo, incluida la refulgencia impersonal.
Esta revelación del Bhagavad-gītā sobre la primacía de la personalidad refleja nuestra intuición más profunda. Lo que brinda mayor plenitud a nuestro corazón es el amor. Y el amor requiere la existencia de dos personas distintas que eligen voluntariamente relacionarse y corresponderse. Así, el anhelo más profundo de nuestra existencia apunta a la realidad más alta en la trascendencia: la Persona Suprema, amorosa y digna de ser amada.
Después, uno debe buscar aquel lugar del cual, una vez que se ha ido a él, nunca se regresa, y entregarse ahí a esa Suprema Personalidad de Dios a partir de quien todo comenzó y todo se ha extendido desde tiempo inmemorial. – Bhagavad-gītā 15.4
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