La cuestión no es hacerlo bien, sino transmitirlo


Bhagavad-gītā 15.6

La Escritura no es solo para aprenderse, sino para vivirse- una verdad que todo traductor debe recordar constantemente. Una traducción correcta de la Escritura significa transmitir con precisión su significado literal en el idioma traducido. Transmitirla significa transmitir la idea esencial de forma inteligible y atractiva, de modo que la Escritura transmita a los lectores en el idioma traducido la misma relevancia que transmitió en su lengua materna a sus lectores originales.

Un excelente ejemplo de esta traducción viviente es la versión de Śrīla Prabhupāda del Bhagavad-gītā15.06 ). El texto afirma que la morada de Kṛṣṇa, el mundo espiritual, no está iluminada por el Sol, la Luna ni el fuego. En su traducción, Śrīla Prabhupāda añade la electricidad a la lista. ¿Está justificada esta adición? Analicemos su eficacia para transmitir el significado esencial.

El punto principal del verso es que el mundo espiritual es autoluminoso y no requiere ninguna fuente de iluminación. Por lo tanto, ese mundo contrasta con este mundo material, que es un lugar inherentemente oscuro que necesita iluminación. Este propósito de contraste se hace evidente más adelante ( 15.12 ), cuando Kṛṣṇa enumera las mismas tres fuentes como Sus manifestaciones para iluminar este mundo.

Śrīla Prabhupāda tradujo el Bhagavad-gītā principalmente para el público urbano moderno, cuya fuente de iluminación más familiar era la electricidad. Por lo tanto, para inculcarles la importancia de la autoluminosidad del mundo espiritual, su adición de la electricidad a la lista no solo es apropiada, sino también astuta. Esta adición expresa la importancia del texto de forma elocuente para sus lectores.

Una traducción lingüísticamente precisa pero prácticamente irrelevante es una traducción muerta. Quienes viven el Bhagavad-gītā no toleran ofrecer traducciones tan fosilizadas; se esfuerzan por ofrecer el texto vivo tal como lo viven ellos y como su público puede vivirlo. Estas son las traducciones que mantienen vivo el Bhagavad-gītā y llenan de vida espiritual a sus lectores.

Esa suprema morada Mía no está iluminada por el Sol ni la Luna, ni por el fuego, ni por la electricidad. Aquellos que llegan a ella, nunca regresan a este mundo material. – Bhagavad-gītā 15.6

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