Bhagavad-gītā 15.9
Nuestra capacidad para las emociones viene del alma, pero nuestras emociones actuales vienen de la mente.
Supongamos que un niño ve una película de terror en la televisión y empieza a sentir miedo. En este caso, la capacidad de experimentar emociones proviene del niño - si no estuviera viendo la televisión, no sentiría miedo. Sin embargo, esa emoción específica no surge de su situación real; podría estar seguro con su madre cerca. Proviene de la televisión, en el sentido de que es desencadenada por ella.
Somos como ese niño; nuestra mente es como ese televisor; la realidad espiritual suprema, Kṛṣṇa, nuestro Señor eterno, es como la madre. El Bhagavad-gītā (15.9) indica que nuestros sentidos, que nos permiten adquirir conocimiento, se centran en la mente. La mente es como una pantalla interna que muestra información proveniente no solo de la percepción externa, sino también del recuerdo interno. Dado que la mente combina la percepción y el recuerdo de forma impredecible e imaginativa, las emociones que despierta en nosotros no siempre se basan en la realidad.
La metáfora de la película de terror resalta la diferencia entre nuestra capacidad de experimentar emociones y nuestras emociones presentes. Las emociones son una característica de la conciencia, que es la energía innata del alma. Por lo tanto, nuestra capacidad de experimentar emociones se origina en el alma. Sin embargo, dado que estamos cautivados por las cosas materiales que se muestran en la mente, nuestras emociones presentes son desencadenadas por la mente.
Para experimentar emociones relacionadas con su situación real, el niño necesita desviar su atención de la película de terror hacia su madre. De igual manera, para experimentar emociones basadas en nuestra verdadera identidad, necesitamos despojar nuestra conciencia de la materia y centrarla en Kṛṣṇa. Esta reincorporación de la conciencia se logra mejor mediante la práctica del bhakti-yoga. Mediante la práctica constante del bhakti-yoga, cuando empezamos a disfrutar de emociones amorosas en relación con Kṛṣṇa, esas emociones nos llevan a la realidad última: Su morada suprema, que es nuestro hogar eterno.
Piénsalo bien:
1. ¿En qué se parece nuestra situación a la de un niño que ve una película de terror?
2. ¿Por qué nuestras emociones no se basan siempre en la realidad?
3. ¿Cómo podemos experimentar emociones basadas en nuestra identidad real?
La entidad viviente, tomando así otro cuerpo físico, obtiene un cierto tipo de oído, ojo, lengua, nariz y sentido del tacto, los cuales se agrupan alrededor de la mente. De esa manera, ella disfruta de un determinado conjunto de objetos de los sentidos. – Bhagavad-gītā 15.9
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