Bhagavad-gītā 15.20
Así como necesitamos pelar múltiples capas que la cubren para llegar a la esencia de una cebolla, necesitamos pelar múltiples capas que la cubren para llegar a la esencia del cosmos.
Los científicos se encuentran entre los más destacados peladores de cebollas cósmicas de la actualidad; utilizando sus herramientas y técnicas materiales, desmenuzan el panorama de los fenómenos materiales en busca de un orden subyacente. Sin embargo, su búsqueda, incluso si tiene éxito, es profunda y permanentemente incompleta; sus partículas, fuerzas y leyes difícilmente se relacionan con las experiencias y emociones que impulsan nuestra vida cotidiana.
La sabiduría del Gītā recomienda un enfoque más realista para el pelado de cebollas cósmicas: «Comienza la indagación con aquello que todos sabemos que realmente existe: nuestra propia consciencia». Después de todo, la consciencia es la realidad necesaria que nos permite realizar cualquier indagación. Dado que la ciencia material se centra únicamente en la materia e ignora la consciencia, su pelado no logra alcanzarla.
Sin embargo, si comenzamos con la conciencia, como hacen los científicos espirituales, el Bhagavad-gītā (13.31) indica la realidad que descubriremos: subyacente a la variedad de la materia está la uniformidad del espíritu, la fuente de toda conciencia.
Significativamente, el Bhagavad-gītā no detiene el desprendimiento allí; no asume, como hacen los impersonalistas, que la uniformidad del espíritu es una homogeneidad estéril. Profundiza aún más y revela dentro de esa uniformidad una diversidad eterna: la diversidad de innumerables almas individuales centradas en un individuo supremo, Kṛṣṇa. Y unificando a estos diversos individuos se encuentra la realidad suprema: el amor, un amor tan entrañable que atrae incluso a los más atractivos. Este, indica el Bhagavad-gītā (15.20), es el mayor de todos los secretos.
Así, cuando logramos superar con éxito los límites del jñana material (ciencia) y del jñana espiritual (impersonalismo), descubrimos para nuestro deleite que el mismo amor que es el propósito impulsor de la vida actual es, en su forma prístina y potente, la realidad suprema de la existencia.
Ésa es la parte más confidencial de las Escrituras védicas, ¡oh, tú, el inmaculado!, y ahora Yo la he revelado. Quienquiera que entienda esto se volverá sabio, y sus esfuerzos conocerán la perfección. – Bhagavad-gītā 15.20
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