Bhagavad-gītā 16.23
Una corriente intelectual predominante considera todos los juicios de valor como subjetivos: "Si tú piensas que algo es detestable, es detestable para ti —pero no necesariamente para mí ni para nadie más". Esta subjetividad puede aplicarse a juicios de valor arbitrarios, pero no a los juicios de valor del Bhagavad-gītā, ya que estos están vinculados con consecuencias reales en la vida.
Aquí tienes un ejemplo para entenderlo: Los alcohólicos consideran deseable una botella de alcohol; los no alcohólicos, indeseable. ¿Son estos juicios subjetivos? No si consideramos las consecuencias reales para la salud que sufren los alcohólicos y que no afectan a los no alcohólicos.
Así como los juicios de valor no son subjetivos en el área de la salud física, la sabiduría del Gītā afirma que tampoco lo son en el área de la salud espiritual. Todos somos almas eternas y dichosas, pero estamos afligidos por la enfermedad de identificarnos erróneamente con el cuerpo material, lo cual nos somete a la mortalidad y al sufrimiento. Al recuperar nuestra salud espiritual, terminamos con esa falsa identificación y, con ello, con el sufrimiento corporal asociado.
La sabiduría del Gītā considera ciertas actividades materialistas —como comer carne, los juegos de azar, la intoxicación y el sexo ilícito— como detestables debido a su efecto nocivo sobre nuestra salud espiritual; estas actividades agravan tanto los deseos sensuales como los lazos kármicos que refuerzan nuestra identificación con el cuerpo. El Bhagavad-gītā (16.23) advierte que tales consecuencias desafortunadas caen sobre quienes descuidan los juicios de las Escrituras.
Su creciente identificación con el cuerpo intensifica su miseria, mientras la enfermedad y la vejez los atormentan camino a la muerte, la máxima tribulación. Afortunadamente, podemos trascender ese destino. Al reconocer la objetividad de los juicios de valor del Gītā, podemos alejarnos de actividades espiritualmente nocivas. Además, la sabiduría del Gītā nos ayuda a ver los sufrimientos corporales como impulsos para acelerar nuestro programa de recuperación espiritual, un programa que minimiza nuestro sufrimiento en esta vida y elimina todo sufrimiento en la siguiente.
A quienes buscan comprometer la objetividad moral, la sabiduría del Gītā les ofrece un recordatorio amable pero serio: las consecuencias no se comprometen.
Aquel que hace a un lado las disposiciones de las Escrituras y actúa según sus propios caprichos, no consigue ni la perfección, ni la felicidad, ni el destino supremo. - Bhagavad-gītā 16.23
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