Lo que caracteriza a una civilización no es la presencia de comodidades, sino la purificación de la conciencia


Bhagavad-gītā 16.18

Muchas personas consideran como civilizadas a aquellas sociedades que cuentan con comodidades como autos, teléfonos celulares y computadoras. Las sociedades que carecen de estos elementos suelen ser consideradas primitivas, atrasadas o incivilizadas.

Pero esta equiparación entre comodidad y civilización pasa por alto una realidad profunda: que las personas que disfrutan de todas esas comodidades siguen siendo plenamente capaces de cometer actos bárbaros, normalmente atribuidos a los no civilizados. De hecho, la misma tecnología que produce tales comodidades puede ser utilizada por tiranos para perpetrar perversidades que harían estremecer incluso a los bárbaros. Un ejemplo estremecedor es la Alemania nazi, con su tecnología de punta y sus cámaras de gas —y el Holocausto.

Aquellos cuya conciencia ha sido purificada por la práctica espiritual no caen en el egoísmo que impulsa a los materialistas a mantener una actitud competitiva y hostil hacia los demás.

La sabiduría del Bhagavad-gītā reafirma lo que la historia ya ha mostrado: el avance material no es garantía de verdadera civilización. En su capítulo 16, el Gītā describe a los materialistas sin conciencia de Dios que alcanzan posición, poder y prosperidad —todos signos externos de progreso material. Sin embargo, el Gītā (16.18) enfatiza que, debido a que su conciencia está corrompida por pasiones peligrosas como la arrogancia, la lujuria y la ira, actúan con envidia y animosidad hacia los demás, imitando así el comportamiento de los incivilizados.

En contraste, el Gītā (12.13) describe a los devotos avanzados, quienes han purificado su conciencia de estas pasiones bajas, como verdaderos benefactores de todos. Esta benevolencia no es exclusiva de los devotos, sino de todos los espiritualistas serios, como también se indica en el Gītā (5.25; 12.4). Quienes han purificado su conciencia mediante prácticas espirituales no ven a los demás como rivales, sino como compañeros en un mismo camino, pues perciben a todos como vinculados con la realidad espiritual suprema y avanzando juntos hacia ella.

Lo que verdaderamente hace civilizadas a las personas es la purificación de su conciencia —una purificación que se manifiesta en su conducta a través de una actitud de servicio, el desapego del egoísmo y un enfoque espiritual de la vida. Aquellos con conciencia purificada pueden tener o no comodidades modernas, pero son ellos los verdaderamente civilizados.

Confundidos por el ego falso, la fuerza, el orgullo, la lujuria y la ira, los demonios se vuelven envidiosos de la Suprema Personalidad de Dios, quien está situado en el cuerpo de ellos y en los cuerpos de los demás, y blasfeman contra la religión verdadera. - Bhagavad-gītā 16.18

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