Bhagavad-gītā 18.73
Con motivo del Gītā Jayantī, analicemos el mensaje enriquecedor y que afirma la vida del Bhagavad-gītā contemplando tres de sus enseñanzas fundamentales y cómo aportan una visión positiva a nuestra vida y a nuestra comprensión de la divinidad. Estas tres enseñanzas pueden representarse con el acrónimo LED. Así como la luz LED puede iluminar un área, las enseñanzas del Gītā pueden iluminar nuestro corazón y nuestra vida cuando comprendemos su visión de la Vida, el Esfuerzo y la Divinidad.
La vida (en inglés Live):
El Bhagavad-gītā explica que la vida es inherentemente sagrada. El valor de nuestra vida no depende de cuánto la valore el mundo. A menudo, cuando alguien no es muy famoso, exitoso o popular, puede empezar a pensar: “¿De qué sirve mi vida?”. Estos pensamientos pueden llevar a la depresión, a complejos de inferioridad o incluso a tendencias suicidas.
Sin embargo, el Bhagavad-gītā nos enseña que el valor de nuestra vida no proviene de la validación externa por parte de los demás o incluso de nosotros mismos. El valor de nuestra vida proviene de nuestra identidad espiritual intrínseca: quiénes somos en esencia. Somos seres espirituales y, por lo tanto, nuestra vida tiene dignidad inherente. Esta es la primera enseñanza del Bhagavad-gītā, como se ve en el 2.7, que declara que, si bien todo lo que nos rodea puede ser destruido por el mundo, la esencia de lo que somos, el alma, nunca puede ser destruida.
A menudo valoramos la vida en función de los dones que tenemos: salud, riqueza, fama o educación. Sin embargo, el Bhagavad-gītā nos inspira a centrarnos no en los dones de la vida, sino en el don de la vida en sí.
Esfuerzo:
Después de comprender la sacralidad de la vida, el Bhagavad-gītā enfatiza el valor de nuestro esfuerzo. Nos ofrece una visión positiva: nuestros esfuerzos importan, incluso cuando no lo parezcan. Esto es evidente en el conocido verso 2.47, que nos dice que no debemos centrarnos en los resultados de nuestras acciones, sino en el esfuerzo que ponemos en ellas.
Aunque esto pueda parecer contradictorio (¿por qué no deberíamos pensar en los resultados?), el Bhagavad-gītā explica que los resultados están determinados por una combinación de factores: nuestras acciones presentes y nuestras influencias kármicas pasadas. Por ejemplo, podemos actuar con cortesía hoy para tratar a alguien, pero si esa persona responde con rudeza, puede deberse a cómo la tratamos en el pasado, incluso si no lo recordamos.
Desde esta perspectiva, la ley del karma tiene menos que ver con el juicio y más con el estímulo. Nos asegura que, incluso cuando nuestros esfuerzos parecen inútiles, nunca son en vano. Por ejemplo, podríamos hacer un esfuerzo de 100 pero recibir un resultado de solo 10 debido a un saldo kármico negativo de -90. Por el contrario, hay momentos en los que hacemos un esfuerzo de 10 y recibimos un resultado de 100 debido a un excedente kármico positivo.
A veces la vida puede parecer injusta, pero el Bhagavad-gītā nos asegura que es “bastante injusta”. Podemos ser justos con nosotros mismos valorando nuestros esfuerzos y continuando esforzándonos de todo corazón, sin importar cómo se vean los resultados externos.
Divinidad:
El Bhagavad-gītā ofrece una visión transformadora de la divinidad: Dios no es una figura distante que exige obediencia o castiga la desobediencia. En cambio, está presente dentro de nosotros, fortaleciéndonos para enfrentar los desafíos de la vida. No nos somete a los problemas de la vida, sino que nos capacita para crecer a través de ellos.
Cuando tomamos conciencia de Dios, Él nos ayuda con Su gracia a superar todos los obstáculos de la vida. Tomar conciencia de Dios no significa alejarnos del mundo o pasar la vida en oración pasiva. Significa, en cambio, reconocer que Dios tiene un plan para este mundo y que cada uno de nosotros tiene un papel único y valioso en Su plan.
Cada uno de nosotros es una parte eterna y preciosa de Dios, y podemos cultivar una actitud de servicio al preguntarnos: “Oh Señor, ¿cómo puedo servirte en esta situación?”. En la práctica, esto se traduce en preguntar: “¿Cómo puedo actuar para mejorar esta situación?”.
Como Dios es nuestro mayor bienqueriente y desea lo mejor para nosotros, nos guiará para seguir adelante incluso en las situaciones más oscuras. Con el tiempo, nos daremos cuenta de cómo los desafíos de la vida nos han llevado a un mejor lugar en lo externo y nos han convertido en mejores personas en lo interno.
Al comprender esta visión positiva de la vida, el esfuerzo y la divinidad, Arjuna, que estaba abatido al comienzo del Bhagavad-gītā, se animó. De manera similar, nosotros también podemos levantar nuestro arco metafórico, enfrentar los desafíos de la vida con confianza y declarar, como lo hizo Arjuna al final del Bhagavad-gītā, “kariṣye vacanaṁ tava” (Haré Tu voluntad).
En resumen:
El Bhagavad-gītā nos dice que Dios está con nosotros. Elijamos estar con Dios.
Arjuna dijo: Mi querido Kṛṣṇa, ¡oh, Tú, el Infalible!, ahora mi ilusión se ha disipado. Por Tu misericordia he recobrado la memoria. Ahora estoy firme y libre de dudas, y estoy dispuesto a actuar de conformidad con Tus instrucciones. – Bhagavad-gītā 18.73

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