Personal
Su Espíritu
de Prédica
Al atardecer quería ver invitados. Nosotros sugerimos que no viera
gente que le hiciera perder su tiempo, y estuvo de acuerdo. Pero entonces se
enojaba con nosotros porque impedíamos que la gente lo viera, porque él vivía
para predicar. Sentía que su deber era predicar. Prabhupāda era autosatisfecho,
no una persona inquieta o aburrida. Más bien si el lugar estaba demasiado
calmado, sin ninguna prédica, él prefería ir adonde hubiera algo de acción.
Esto era también una manifestación de su deseo por realizar tanto como fuera
posible. Prabhupāda ya estaba realizado en términos de autorrealización y de
amor por Kṛṣṇa; por lo tanto, sus viajes eran sólo para el beneficio de los
demás.
Sentía que debía viajar, y siempre se estaba moviendo. Cuando llegaba a
un lugar, de inmediato estaba listo para ver a la gente de la localidad. El
sitio se llenaba, y él predicaba durante horas. Este rasgo del comportamiento
de Prabhupāda era muy asombroso. Día y noche la gente entraba a su habitación,
a veces unos cuantos, otras veces muchos. Prabhupāda les hablaba siempre
acerca de Kṛṣṇa. Hablaba sobre la base del Bhagavad-gītā, escogiendo algunos versos para citarlos, contestando preguntas,
predicando tanto como en sus clases. Las charlas informales eran menos usuales.
Muchas de sus charlas en los últimos años fueron grabadas. Él predicaba,
predicaba y predicaba. Durante horas sin interrupción, seguía predicando la
filosofía básica, manteniendo el sitio lleno de gente, luego tomando un poco
de prasāda y distribuyéndolo.
Cuando viajaba a ciertos lugares como Europa, donde podía hablar con
mucha gente y llevarlos hacia el servicio devocional, se encontraba
especialmente animado para predicar. Predicar significaba estimular a los
discípulos del templo que visitaba, y significaba también escribir sus libros.
También significaba su espíritu de mantener y expandir ISKCON en todas sus
actividades. No podemos describir las glorias completas de su espíritu de
prédica. Su entusiasmo era ilimitado y todavía hoy está alimentando a todos
los predicadores de ISKCON.
Incluso cuando se sentía muy enfermo, o cuando la gente a la que estaba
hablando era de clase baja o carecía de interés, o cuando su cuerpo estaba
muy gastado, o aunque tuviera que interrumpir su horario para predicar, cuando
dentro de su ISKCON había dificultades para continuar, aun así su prédica continuaba.
Sentado en su escritorio bajo, hablando, a veces sus ojos agrandándose, otras
veces sus manos gesticulando, tomando agua, cantando japa casi en silencio cuando no hablaba, o poniendo toda su
atención en algún invitado especial para desarrollar con él un argumento
completo, Prabhupāda estaba absorto en sus puntos de prédica, a pesar de que
había insistido en esos puntos millones de veces. Él no era sólo un erudito,
sino un devoto puro que trataba de convencer a todo el mundo de que debían
cambiar, el mundo entero tenía que cambiar, o sufrirían las consecuencias.
Satsvarūpa dāsa Goswami
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