21. El templo en caos extático

Śrīla Prabhupāda siempre repartía galletas desde el vyāsāsana, pero una vez en una de sus visitas a Nueva Vṛndāvana repartió el prasāda completo directa­mente del plato de las Deidades. Rādhānātha dāsa sentía un fuerte deseo de acercarse a Śrīla Prabhupāda con el plato de las Deida­des, inmediatamente después de haberlo ofrecido a Rādhā‑Vṛndāvanacandra, así que lo mejor era que se acercara al vyāsāsana de manera decidida. Primero lo detuvo el secretario de Śrīla Prabhupāda, Puṣta Kṛṣṇa, quien le pre­guntó: —¿Dónde están las galletas?—. Rādhānātha le respondió que no habían, que sólo tenían este plato de las Deidades.
—Olvídalo —repuso Puṣta Kṛṣṇa—, no se pue­de repartir esa clase de prasāda—. Entonces Rādhānātha se las arregló para acercarse a Prabhupāda desde el otro lado. Cuando Śrīla Prabhupāda vio el plato, sonrió, lo alzó y tomando la cuchara empezó a probar cada preparación. Levantó una cucharada de arroz dulce, lo probó y luego empezó a dis­tribuirlo, una cucharada en cada mano. Había más de cien devotos presentes, y se precipitaban hacia adelante, a diferencia de sus usuales filas for­males para recibir una galleta. Prabhupāda fue de preparación en preparación, comien­do unas cuantas cucharadas de sabjī y luego distribuyéndolo a las manos apremiantes y extendidas. Después de terminar cada prepa­ración, también regalaba el bol de plata. Finalmente, lo único que quedaba eran dos grandes gulāb-jamūns.
Śrīla Prabhupāda levantó una. Los niños empezaron a gritar: —¡Prabhupāda, Prabhupāda, démela a mí!­—. Y los adultos: —¡Prabhupāda, a mí, a mí!—. Śrīla Prabhupāda se tomó su tiempo, mirando sonriente a todos los devotos y al final movió la cabeza: —No—, y la mordió. El jugo de la gulāb-jamūn salpicó, mojando a algunos de los devotos que se encontraban cerca, quienes empezaron a bailar y a gritar. Des­pués de dos mordidas, Śrīla Prabhupāda re­partió los remanentes de la gulāb-jamūn. Al morder la segunda gulāb-jamūn también se produjo un chorro de jugo, y para entonces todo el templo se encon­traba en un estado de caos extático. Todo el episodio duró cerca de quince minutos, y ob­viamente Śrīla Prabhupāda estaba disfrutando, riéndose y viendo a todo el mundo tratando de obtener el mahā-prasāda de su mano.
Entrevista con Rādhānātha Swami


No hay comentarios:

Publicar un comentario