Śrīla Prabhupāda siempre repartía galletas desde el vyāsāsana, pero una vez en una de sus visitas a Nueva Vṛndāvana
repartió el prasāda completo directamente
del plato de las Deidades. Rādhānātha dāsa sentía un fuerte deseo de acercarse
a Śrīla Prabhupāda con el plato de las Deidades, inmediatamente después de
haberlo ofrecido a Rādhā‑Vṛndāvanacandra, así que lo mejor era que se acercara
al vyāsāsana de manera decidida.
Primero lo detuvo el secretario de Śrīla Prabhupāda, Puṣta Kṛṣṇa, quien le preguntó:
—¿Dónde están las galletas?—. Rādhānātha le respondió que no habían, que sólo
tenían este plato de las Deidades.
—Olvídalo —repuso Puṣta Kṛṣṇa—, no se puede repartir esa clase de prasāda—. Entonces Rādhānātha se las
arregló para acercarse a Prabhupāda desde el otro lado. Cuando Śrīla Prabhupāda
vio el plato, sonrió, lo alzó y tomando la cuchara empezó a probar cada
preparación. Levantó una cucharada de arroz dulce, lo probó y luego empezó a
distribuirlo, una cucharada en cada mano. Había más de cien devotos presentes,
y se precipitaban hacia adelante, a diferencia de sus usuales filas formales
para recibir una galleta. Prabhupāda fue de preparación en preparación, comiendo
unas cuantas cucharadas de sabjī y luego distribuyéndolo a las manos
apremiantes y extendidas. Después de terminar cada preparación, también
regalaba el bol de plata. Finalmente, lo único que quedaba eran dos grandes gulāb-jamūns.
Śrīla Prabhupāda levantó una. Los niños empezaron a gritar: —¡Prabhupāda,
Prabhupāda, démela a mí!—. Y los adultos: —¡Prabhupāda, a mí, a mí!—. Śrīla
Prabhupāda se tomó su tiempo, mirando sonriente a todos los devotos y al final
movió la cabeza: —No—, y la mordió. El jugo de la gulāb-jamūn salpicó, mojando a algunos de los devotos que se
encontraban cerca, quienes empezaron a bailar y a gritar. Después de dos
mordidas, Śrīla Prabhupāda repartió los remanentes de la gulāb-jamūn. Al morder la segunda gulāb-jamūn también se produjo un chorro de jugo, y para entonces
todo el templo se encontraba en un estado de caos extático. Todo el episodio
duró cerca de quince minutos, y obviamente Śrīla Prabhupāda estaba
disfrutando, riéndose y viendo a todo el mundo tratando de obtener el mahā-prasāda de su mano.
Entrevista con Rādhānātha Swami
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