Personal
Su Silencio
Prabhupāda podía dar toda una caminata matutina en silencio, y de
repente romperlo. Aun más sorprendente era su silenciosa respuesta a algo que
tú hubieras dicho. Un discípulo podía hacer una pregunta y recibir un largo
silencio. En Cleveland, una mujer con una mente un tanto extraña entró en la
habitación de Prabhupāda junto con algunos de sus familiares y se sentó en
presencia de él durante un largo tiempo mientras nadie hablaba. Más tarde
ella comentó que todos pensaban que Prabhupāda estaba haciendo algo místico, y
que supuestamente no tenían que decir nada. Pero él simplemente estaba
correspondiendo sentándose ahí en silencio, a pesar de que pasó un tiempo
considerable.
Con sus sirvientes podía viajar grandes distancias sin hablar. Una vez
en un largo vuelo de Alemania a Australia estuvo en silencio y dijo sólo unas
pocas cosas. (Cuando el avión aterrizó en Australia, Prabhupāda dijo que aquí
Australia estaba verde y Alemania también estaba verde, así que ¿cómo pueden
decir que no hay vida en la Luna
y otros planetas?).
Algunos de sus comentarios estaban rodeados por largos silencios. A
veces nos reprendía o nos cuestionaba con sus silencios, los cuales se volvían
tan intensos que no podíamos soportarlos. Y uno no podía penetrar su
silencio. En El Néctar de la Devoción se define la
cualidad de la gravedad: «Una persona
que no expresa su mente a todos o cuya actividad mental y plan de acción son
muy difíciles de entender, es llamada grave».
A Prabhupāda le gustaba la calma en su habitación. No toleraba los
ruidos. Despertaba a sus sirvientes para que alejaran a los perros cuando
estaban aullando afuera, especialmente cuando estaba tratando de traducir muy
temprano en la madrugada. O mandaba a sus sirvientes afuera para que
rastrearan cualquier ruido extraño en el edificio o en los alrededores.
Durante sus conferencias y sus clases detectaba el más mínimo ruido y pedía
que fuese parado. Decía que los portazos le rompían el corazón. También las sirenas
(en Nueva York), los camiones de la basura, los perros, y el golpeteo de la
construcción de edificios (en la
India ). Pero podía tolerarlo
todo. Sin embargo para Prabhupāda, verdadero silencio era el hecho de que nunca
decía ningún desatino. Podía hablar acerca de Kṛṣṇa sin parar. A veces un
invitado necio decía alguna tontería mundana y Prabhupāda muy tolerante se
quedaba en silencio. Pero era antinatural ver a Prabhupāda silencioso en
presencia de otra persona, porque era él el que debía estar hablando. Prabhupāda
tenía conocimiento absoluto, y todos los demás se quedaban en silencio para
dejarlo hablar, si en ese momento Prabhupāda hubiera deseado hablar. Respetaba
los deseos de Kṛṣṇa y también nuestros deseos de que lo hiciera. Hablaba por
deber, por amor, por su espíritu de prédica.
Satsvarūpa dāsa Goswami
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