28. Gotitas de néctar: Pues en realidad yo sí soy un embaucador...


Madhudviṣa dāsa era el presi­dente del templo de Bombay, pero le expresó su descontento a Prabhupāda, particularmente por tener que trabajar con los hindúes. Quería otro campo de prédica. Dijo que con­sideraba que los hindúes eran muy solapados y embaucadores y que no le gustaba tratar con ellos.
Prabhupāda dijo: —Yo soy un hindú. ¿Tú piensas que soy un embaucador?
—No, usted no, Śrīla Prabhupāda —se excusó Madhudviṣa.
—Pues en realidad yo sí soy un embaucador —di­jo Śrīla Prabhupāda—­; porque los embau­qué a todos ustedes para que se entregaran a Kṛṣṇa, y ahora están atrapados y ya no se pueden esca­par.

Pañcadraviḍa Swami sufrió en la India un serio absceso de tumores en la piel. El doctor dijo que había estado cerca de la muerte, y había te­nido que hacer una operación en su es­palda. Cuando Pañcadraviḍa describió su enfermedad a Śrīla Prabhupāda, Prabhupāda lo miró y dijo: —Esas enfermedades son simplemente imaginarias.
—No, Śrīla Prabhupāda, esta la tengo de ver­dad —repuso Pañcadraviḍa. Pensó que Prabhupāda estaba diciendo que los forúnculos estaban en su mente. Por lo tanto, levantándose la kurtā le mostró a Prabhupāda una gran cicatriz que tenía en la espalda. Prabhupāda tocó la cicatriz con un dedo pero no dijo nada.
Pronto después de eso, en una clase del Bhāgavatam, Śrīla Prabhupāda estaba descri­biendo cómo los sufrimientos de todas las entidades vivientes son imaginarios, creados por la identificación con el cuerpo material. Al oír esto, Pañcadraviḍa se dio cuenta del significado de las palabras de Śrīla Prabhupāda. Sí, en el sentido absoluto, incluso su ataque de tumores era imaginario.

 Śrīla Prabhupāda viajaba a veces a través de la India por tren, acompañado por sus dis­cípulos. En una ocasión, el tren paró en un campo lleno de flores moradas. Uno de los devotos bajó, corrió hacia el campo, escogió algunas flores, y corrió de regreso al vagón de Prabhupāda justo cuando el tren empeza­ba a partir. Luego los devotos llevaron a Prabhupāda un ramo de flores moradas como una ofrenda de devoción. Prabhupāda las aceptó calmadamente pero dijo: —Estas flores las usa el Señor Śiva—. Los devotos estaban afligidos por el temor de haber cometido algún guru­-aparādha, pero Prabhupāda sonrió y ajustó una flor detrás de cada una de sus orejas. Abrió grandemente sus ojos e hizo una gran sonrisa. —¿Ven? —mostró, haciendo como si fuese el Señor Śiva con sus flores moradas en el pelo.
Entrevistas con Pañcadraviḍa Swami


No hay comentarios:

Publicar un comentario