En un esfuerzo por hacer las habitaciones de Śrīla Prabhupāda en Los
Ángeles atractivas y agradables para él, las devotas cambiaban diariamente los
floreros, poniendo abundante flores frescas. Un día, Śrīla Prabhupāda llegó de
su caminata matutina y observó que faltaban los floreros.
—¿Dónde están los floreros? —preguntó.
El sirviente respondió que probablemente las madres los habían tomado
para cambiarles las flores.
—Esas flores estaban bien —dijo. Entonces empezó a quejarse: —¿Por qué
cambian las flores cada día? ¿Por qué son tan despilfarradores? ¿Quién está
haciendo esto? Diles que las cambien solamente cuando se estropeen. ¿Dónde
están los floreros? Ve y encuéntralos inmediatamente.
El sirviente bajó a la cocina y encontró a las devotas cambiando las
flores. —Será mejor que dejen de cambiar estas flores cada día —dijo—. Prabhupāda
no quiere. Asegúrense de que el florero no esté nunca fuera de su cuarto.
Cuando el sirviente regresó a la habitación con los floreros, Prabhupāda
continuó con el mismo tema: —Cámbienlas sólo cuando sea necesario —dijo—. No
deben desperdiciar tanto en flores. Esta es la costumbre en América: simplemente
derrochar. Si tienen un pedazo de tela que les sobra, no lo pueden doblar: lo
cortan y lo tiran. Cualquier cosa que anda mal, la resuelven con dinero, ¡y les
parece bien! Ocasionan un accidente, y rápidamente lo cubren con dinero. No es
que sean tan capaces, es que cubren todas sus deficiencias con dinero.
Entrevista con Śrutakīrti dāsa
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