43. Tú eres ignorante

Unos cuantos meses antes de la prime­ra visita de Śrīla Prabhupāda al templo de Dallas, un fuerte huracán sacudió el área, derribando árboles. Un alto y valioso ár­bol que daba sombra en el patio del templo también cayó y se quedó apoyado contra el salón de prasāda para los niños. El árbol aún tenía sus raíces en la tierra, pero su opresivo tronco, con sus ramas colgantes, se extendía ahora en un án­gulo agudo por el medio de la vereda, dejando apenas suficiente espacio para pasar por de­bajo. Satsvarūpa, el presidente del templo, no actuó inmediatamente, pero varios devo­tos se le acercaron y le dijeron que el árbol debía ser quitado de inmediato o podría provocar que el edificio en el cual estaba apoyado se derrumbara. Satsvarūpa estuvo de acuer­do, y uno de los devotos se subió al gran árbol con una motosierra y desmanteló las ramas superiores y el tron­co, hasta que no quedó nada más que los tres metros más bajos del tronco inclinado.
Y así se encontraba el árbol cuando lle­gó Śrīla Prabhupāda en septiembre de 1972. Tan pronto como entró en el patio, acompa­ñado por los líderes del templo y guiado por to­do el grupo de niños y profesores del guru­kula, Prabhupāda vio los restos del gran ár­bol y su rostro expresó perturbación. Se salió de la vereda de cemento y caminó por enci­ma del árbol, y así hicieron todos los demás detrás de él.
—¡¿Quién ha hecho esto?! —reclamó. Sats­varūpa admitió su responsabilidad y explicó la razón por la cual el árbol había sido destruido. Prabhupāda movió la cabeza con enojo.
—Esa no era una razón para matarlo —dijo. Satsvarūpa trató de explicar las peligro­sas condiciones y apuntó hacia la abolladura en el techo del edificio. También dijo que el árbol caído de todos modos hubiese muerto pronto.
—No, no está muerto —desafió Prabhupāda—. Mira. Le está creciendo una ramita verde.
Prabhupāda se alejó disgustado, y los devotos se quedaron impresionados ante algo que ahora veían claramente como un acto brutal e innecesario. En su habitación, Prabhupāda continuó criticando la matanza del árbol. Di­jo que esa era la típica actitud americana —cuando algo está mal, de inmediato córtalo y destrúyelo, sin comprensión o compasión por la presencia del alma.
Más tarde, sintiendo arrepentimiento, Satsvarūpa preguntó si había cometido una ofensa.
—No, ofensa no —dijo Śrīla Prabhupāda—. Tú eres ignorante.
Satsvarūpa dāsa Goswami


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