34. Retirado durante una hora



Śrīla Prabhupāda Uvāca 34
ISKCON, Nueva Dvārakā, Los Ángeles

Durante los dos años en que serví personalmente a Su Divina Gracia, él habló de retirarse de los deberes administrativos muchas veces, para concentrarse en traducir las Escrituras para toda la humanidad. Mi primera experiencia fue como sigue:

Alrededor de las 9.00 de esta mañana, Śrīla Prabhupāda me llamó a su habitación y me pidió que llamara a Karandhara. Esto sucedía a menudo mientras estábamos en Nueva Dvārakā. Śrīla Prabhupāda parecía tener mucha fe en los talentos de Karandhara. Recuerdo que Śrīla Prabhupāda elogió a Karandhara, señalando las escaleras de cemento camino al jardín que Karandhara había puesto, “Karandhara puede hacer cualquier cosa”. Si estábamos en Los Ángeles y surgía un problema, Śrīla Prabhupāda llamaba a Karandhara, sintiéndose confiado que él podría resolver cualquier cosa.

Cuando Karandhara llegó, Śrīla Prabhupāda lo petrificó diciendo, “No me quiero involucrar tanto en la conducción. Quiero traducir libros”. Karandhara respondió entusiasmado, “Sí, puedo hacer todo su trabajo de secretario, y Ud. puede quedarse aquí y traducir. Le arreglaremos todo muy bien para Ud.”. Śrīla Prabhupāda dijo, “¡Sí! Lo haremos inmediatamente. No quiero tener nada que hacer. No más cosas. No más manejos. Tú ocúpate de todos los asuntos por mí”.

Karandhara salió de la habitación, listo para organizar a ISKCON desde su oficina en la Av. Watseka. Yo pensé, “Esto es sorprendente. Prabhupāda dejará que el GBC administre la sociedad. Nueva Dvārakā era perfecto. Tenía todas las facilidades para Śrīla Prabhupāda. El podía quedarse aquí por años y traducir todo el día si quería. Śrīla Prabhupāda había dicho que su jardín aquí, era su lugar favorito”.

Ahora son las 11.00 a.m. Śrīla Prabhupāda sonó su campanilla. Al entrar a las habitaciones de Śrīla Prabhupāda ofrecí mis reverencias, mas antes de levantar mi cabeza del piso, dijo, “Llama a Karandhara”. Cuando Karandhara entró a la habitación, ofreció reverencias. Mientras lo hacía, Śrīla Prabhupāda notó una carta que asomaba por el bolsillo de la kurta de Karandhara. Los ojos de Śrīla Prabhupāda se abrieron grandes. “¿Qué es eso?” -dijo. “¡Oh! Es una carta para Ud., Śrīla Prabhupāda” -replicó Karandhara. “Ábrela” -dijo Śrīla Prabhupāda.

Karandhara la abrió y leyó la carta a Śrīla Prabhupāda. Era una carta típica de un discípulo antiguo que manejaba un templo en alguna parte del mundo. Śrīla Prabhupāda la escuchó intensamente y luego dictó una respuesta.
El retiro de Śrīla Prabhupāda duró por casi una hora. Era el primer retiro que yo había experimentado, pero no el último. Śrīla Prabhupāda disfrutaba traduciendo el Śrīmad Bhāgavatam para nosotros. También disfrutaba enseñando a sus hijos la forma de caminar por el sendero espiritual.
 Su paciencia era infinita. A diario nos levantaba si nos deteníamos, y nos animaba a tratar de seguir caminando. Sin importar cuánto soñó con el retiro, no iría a dejarnos solos hasta que pudiéramos caminar por nuestra cuenta. Ha llegado para nosotros la hora de caminar.

¡Jaya Śrīla Prabhupāda!

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