Śrīla Prabhupāda Uvāca 52
Māyāpur,
India
Māyāpur
Candrodaya Mandir
En un
paseo matutino en Māyāpur, un devoto le preguntó a Śrīla Prabhupāda, “¿El
maestro espiritual lo sabe todo?”. Śrīla Prabhupāda dijo, “El maestro
espiritual sabe todo lo que Kṛṣṇa quiere que sepa. Sólo Kṛṣṇa puede
saberlo todo”.
Tal
parecía que Śrīla Prabhupāda lo sabía todo respecto a mí. En varias ocasiones,
traté de probar a Śrīla Prabhupāda, sólo para ser rápida y cabalmente expuesto
y derrotado. La historia que sigue es el primer ejemplo de ello.
Śrīla Prabhupāda
me concedió iniciación Brahmínica en el Templo de Nueva Dvarka, en Agosto de
1971. Kīrtanānanda Mahārāja, otros devotos y yo, viajamos de Nueva Vṛndāvan a
Los Ángeles en una camioneta cubierta, por cuatro días. El viaje fue infernal,
pero valió la pena cada minuto.
El proceso
de obtener iniciación Brahmínica fue sumamente bendito. Fui a sus habitaciones
y ofrecí reverencias. Luego, sosteniendo el cordón brahmínico, susurró el mantra Gāyatrī en mi oído. Sucedió muy
rápidamente. Al salir de su habitación, se me entregó una hoja con el mantra impreso. Tras quedarnos por unos
días, iniciamos el largo viaje de regreso a Nueva Vṛndāvana, esta vez, no
pareció tan malo.
Pronto
golpeó la tragedia. Una mañana, alrededor de las 3.00 a .m., yo me estaba
bañando en un laguito barroso, en total oscuridad. Me apuraba porque tenía que
preparar los platos de las Deidades para la ofrenda maṅgala. Al arrojar un balde de agua sobre mi cabeza, debí haber
retirado el cordón sagrado de mi cuerpo. Horas después, cuando lo descubrí,
rompí a llorar. El propio cordón sagrado que Śrīla Prabhupāda me había dado, se
había ido para siempre. Era un muy mal presagio y temí haber perdido mi
conexión.
Octubre de 1972, Vṛndāvan, India
Sede:
Templo de Rādhā Dāmodara
Ahora, un
año después, soy el sirviente personal de Śrīla Prabhupāda. Mi servicio
consiste en colocar un nuevo cordón Brahmínico sobre su escritorio, cada mes.
Lo hago ya sea el día de la luna llena o en un Ekadāsi. Śrīla Prabhupāda se
baña después del masaje de la mañana. Mientras él se baña, yo debo tender ropa
limpia sobre su cama, luego, ir a su sala de estar y abrir su espejo, colocar
su bolita de tilaka al lado del
mismo, y colocar su pequeñísimo lota
con agua, cerca de estos artículos. Tras vestirse, él se sienta ante su
escritorio y se coloca el tilaka,
diciendo el mantra Gāyatrī antes de
almorzar.
Hoy
ocurrió una oportunidad especialísima, que sucede una vez al mes. Śrīla Prabhupāda
cantaría en el nuevo cordón, sosteniendo a la vez el viejo. Puesto que la
pérdida de mi cordón de iniciación Brahmínica había dejado una culpa en mi
corazón, yo estaba decidido a corregirla. Este era mi primer mes en el servicio
personal de Śrīla Prabhupāda, por tanto, me excitaba el obtener el cordón prasādam de Su Divina Gracia y reanudar
mi conexión Brahmínica trascendental.
Después de
cantar el Gāyatrī, caminó por la terraza hasta la cocina, donde Yamunā devī
estaba cocinando. Entré a su sala de estar y recogí su cordón descartado, sólo
para descubrir que él había deshilachado todos los hilos. No lo podía creer. En
los dos años subsiguientes, no lo volvió a hacer otra vez. Salí de su habitación
con el cordón en mi mano y me senté en la terraza. Até un nudo en cada uno de
los seis hilos, determinado a reanudar mi conexión. No me importaba que él los
hubiera roto. Era aún SU cordón. Me senté contento en la terraza. Śrīla Prabhupāda
pasó por ahí después de terminar su almuerzo. Ofrecí reverencias. Me sonrió y
me dijo, “El cordón Brahmínico, ¿lo has tomado?”, yo dije, “No todavía, Śrīla Prabhupāda”.
Él dijo, “Debes enterrarlo debajo de la planta de Tulasi en el jardín del
templo, colócalo en la tierra debajo de las raíces”. Todo lo que pude decir
fue, “Está bien”.
No lo
podía creer. Experimenté el poder místico de Śrīla Prabhupāda en otras
ocasiones. Si quieres que algo se concrete, debes pedir por ello. El parecía
disfrutar exponiendo mis deseos. Yo también lo disfruté mucho. Pude haberle
contado sobre la pérdida de mi cordón, pero me daba vergüenza. No me gustaba
pedirle nada a Śrīla Prabhupāda y trataba de no hacerle preguntas, puesto que
muchos otros lo hacían siempre. Trataba de pensar en lo que Śrīla Prabhupāda
quería, no en lo que yo quería. Sin embargo, a veces mi deseo me abrumaba.
Śrīla Prabhupāda,
por favor perdóneme por no seguir sus instrucciones. Nunca enterré el cordón
como Ud. pidió. Gracias Śrīla Prabhupāda por tolerarme.
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