55. Cocinero de 12 años de edad cocina para Śrīla Prabhupāda



Śrīla Prabhupāda Uvāca 55
Verano de 1973, Londres
ISKCON- Bhaktivedanta Manor

Haber estado con un devoto puro del Señor por dos años, fue la oportunidad más maravillosa para aprender la forma de actuar en Conciencia de Kṛṣṇa. Para una persona como yo, fue asimismo una oportunidad para cometer innumerables ofensas a una gran alma. Hay muchas actividades grabadas en la mente que traen alegría, pero hay muchas otras que me dan pena.

Un devoto indio del Manor tenía un hijo de unos 12 años de edad. Este muchacho quería cocinar el almuerzo para Śrīla Prabhupāda. Su Divina Gracia accedió a la propuesta. Yo, con una mentalidad de doce años y ninguna actitud servicial, pensé que era una oportunidad para que me tomara la mañana libre. No controlé ninguna de las actividades del muchacho y no tenía idea si estaba calificado para cocinar el almuerzo de Śrīla Prabhupāda. Le di su masaje y luego regresé a mi habitación.

El jovencito llevó su almuerzo a Śrīla Prabhupāda. El dahl estaba quemado. Los capātīs estaban duros, porque no se habían inflado. El arroz estaba crudo. Śrīla Prabhupāda probó todo. El chico regresó a la cocina para cocinar otro capātī. En ese momento entré en la habitación de Śrīla Prabhupāda. El dijo, “¿No ayudaste en este prasādam?”. Yo respondí, “No, Prabhupāda. Pensé que él iría a hacerlo”. El expresó, “Sí, pero tú debías haber estado con él, para asegurarte que todo estaría bien. Esto es muy malo. ¿Cómo puedo comerlo?”. En ese momento, el muchacho regresó a la habitación con otro capātī. Śrīla Prabhupāda le dijo, “Todo está muy bueno. Lo has hecho muy bien”. El niño estaba feliz, había hecho servicio devocional con lo mejor de su capacidad y complacido a su maestro espiritual. Sobra decir que yo cometí una ofensa por mi indiferencia. Śrīla Prabhupāda ni siquiera gritó. Cuando gritaba, era difícil para mí, pero cuando estaba enojado y en silencio, era aún más doloroso.

Quiero relatar este incidente para enseñar otra faceta de la grandeza de Śrīla Prabhupāda. Él podía tener cualquier cantidad de asistentes cualificados material y espiritualmente, para simplificarle la vida, pero aceptaba servicio de mí. Nunca me pidió que me fuera en ningún momento. Aceptaba mi incompetencia graciosamente. Siempre me hizo sentir apreciado, pese a mis muchas limitaciones. He visto a Śrīla Prabhupāda perdonar a sus discípulos por muchas ofensas de ese tipo. Por cierto, ésta no era la peor cosa que le había hecho a mi maestro espiritual, pero implicaba el servirlo directamente, por eso me causa pesar.

Śrīla Prabhupāda, no me eche. No hay un sitio seguro en este mundo material, que no sean sus hermosos y dorados pies de loto. Por favor, concédame el deseo de servirlo a Ud. y a su movimiento durante todas mis vidas. Su aspirante a sirviente, Śrutakīrti dāsa.

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