Śrīla Prabhupāda Uvāca 56
Octubre
de 1973, Bombay
Playa
de Juhu
Debo ser
honesto y clasificar mi asociación con Śrīla Prabhupāda en tres categorías
diferentes, la primera sería la maravillosa. La historia de ayer, pese a mis
incompetencias en servirlo, fue maravillosa porque pude ser testigo de la
misericordia y amabilidad de Śrīla Prabhupāda. El segundo tipo es más
maravilloso. Este incluiría el darle masajes y cocinar para él todos los días.
Darle masajes era particularmente dulce para mí. Pero mejor que eso, fueron
algunos momentos muy especiales que sólo se pueden describir como sumamente
maravillosos. Hoy necesito contar esa historia.
Son las
10.00 p.m. aproximadamente y Śrīla Prabhupāda está dispuesto para el masaje
nocturno. Aquí en este piso de Juhu él tiene un dormitorio aparte. En Juhu es
especialmente bueno por los mosquitos. Sí, por los mosquitos. Tengo que meterme
debajo del mosquitero con Śrīla Prabhupāda. Es algo muy íntimo para mí. Śrīla Prabhupāda
acostado y yo sentado en la cama, al lado de sus pies. Me sentía como yendo de
campamento con mi maestro espiritual, como dos jóvenes en las colinas. Esta
noche, Śrīla Prabhupāda colaboró en mi fantasía.
Mientras
estaba restregando suavemente su cuerpo, él dijo, “Una de mis cosas favoritas
cuando era joven, eran mis zapatos. Una vez, mi padre me compró un par de
zapatos. Eran importados de Inglaterra. Tenían una suave capellada de cuero y
suelas duras de cuero. En ese momento, quizás costarían seis rupias. Eso era
una fortuna. En la India ,
70 años atrás, 6 rupias era un montón de dinero. Me gustaban mucho mis zapatos.
Recuerdo que los usaba para ir a la escuela”.
En ese
momento dejó de hablar por unos minutos. Fui presa de la bienaventuranza de Śrīla
Prabhupāda. Traté de imaginármelo caminando por ahí con sus zapatos. Aún
masajeando su cuerpo trascendental, sonreí y dije, “Prabhupāda, cuando Ud. iba
a la escuela, ¿se miraba los zapatos mientras caminaba?”. “Sí, solía mirar
abajo, a mis zapatos. Me gustaban muchísimo”.
Esa noche
habló de otros recuerdos infantiles. Algunos ya los he mencionado y otros los
contaré más adelante. Esa fue una noche “sumamente maravillosa” para mí. Podía
haberme quedado allí para siempre, dándole masajes y escuchando esas historias.
Era como oír las historias del libro de Kṛṣṇa por primera vez. Su memoria
era increíble. Cuando hablaba de su niñez parecía que se encontraba allí. Ahora
puedo entender que describía esos pasatiempos solo para mi placer. Me lo
contaba para que yo pudiera describirlo a todos sus seguidores. Espero poder
relatarlos con al menos una pizca del néctar que sentí cuando él me relataba
tales sublimes pasatiempos.
Gracias Śrīla
Prabhupāda por compartir sus recuerdos conmigo. No estoy cualificado para
oírlos de ninguna fuente y de alguna manera pude oírlos de su ser Divino. No
estoy cualificado para describirlos, pero debo hacerlo, porque Ud. me los contó
y es mi placentero deber difundir sus glorias por los tres mundos. Nunca lo
entenderé.
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