57. Los mosquitos; No chismes



Śrīla Prabhupāda Uvāca 57
Marzo de 1973, ISKCON Māyāpur

Este fue mi primer viaje a Māyāpur con Śrīla Prabhupāda. Fue antes que se construyera la Casa de Invitados. Las instalaciones donde permanecimos eran muy austeras. Básicamente, consistía en un gośālā, una choza de paja, que se había preparado para su estadía. Śrīla Prabhupāda estaba en una habitación y el resto de nosotros en el otro lado, división de por medio.

Nunca he visto tantos mosquitos en mi vida. Era tan malo que para el momento en que colocaba yo la red, ya había mosquitos dentro. Una noche, luego que ambos nos colocáramos bajo la red y yo estaba masajeando sus piernas, dije, “Hay demasiados mosquitos. ¿Los mato, Śrīla Prabhupāda?”. Él dijo, “¡Sí! Están atacando. Conforme al śāstra, si se es atacado, tienes el derecho de defenderte. Y ellos están atacando”. De modo que masajeaba y observaba, toda vez que veía uno en el aire, cerraba las palmas de mis manos en ellos. A veces rozaba suavemente el cuerpo de Śrīla Prabhupāda cuando uno aterrizaba en su espalda. Era el servicio más inusual que jamás hubiera hecho, pero lo disfruté inmensamente. Nunca me consideré como un guerrero, pero este enemigo no era adversario para mí. Finalmente había brindado un servicio, era bueno para matar insectos. Śrīla Prabhupāda era muy amable.

También tenía él la mejor descripción de esta plaga de insectos. Una mañana, hizo sonar su campanilla muy temprano y dijo, “Un mosquito anoche me picó en la frente. Me causó mucho problema. Se me hizo difícil traducir”. Era increíble. Sin importar lo que sucediera, Śrīla Prabhupāda lo relacionaba todo con Kṛṣṇa y Su servicio. Nunca importaban las incomodidades del cuerpo. Sólo se quejaba de lo que interfería con el servicio. Por supuesto, en los dos años que estuve con él, eso es todo lo que vi, a Śrīla Prabhupāda ocupado en el servicio a su Guru Mahārāja y Śrīla Prabhupāda en estado de bienaventuranza. Esto sucedía simultáneamente.
En la noche estaba muy fresco, pero Śrīla Prabhupāda no se quejaba. Sí se quejaba de la charla innecesaria entre sus discípulos. Dado que todos estábamos en la misma habitación, toda charla podía ser oída por él. El dijo, “Diles que se queden tranquilos. Toda esa charla no es buena. Simplemente están chismorreando, diles que lo terminen”.

Eso no era fácil para mí, pues los devotos eran por lo habitual mis hermanos espirituales mayores. Tendría que decirles que Śrīla Prabhupāda había pedido silencio. Esa misma situación ocurrió aquí meses después, cuando él se quedó en la Casa de Invitados. Toda vez que Śrīla Prabhupāda estaba en un templo, se reunían muchos de sus discípulos. Era una situación perfecta para que los devotos intercambiaran relatos sobre esta persona, aquélla persona, etc. Śrīla Prabhupāda dijo, “Porqué ha de deteriorarse todo con esta charla ociosa, discusión ociosa. Eso es perder el tiempo, destruir la Conciencia de Kṛṣṇa”.

Yo siempre lo suavizaba antes de referirlo a mis hermanos espirituales. Simplemente no tenía el valor de decirlo como él me lo había referido. Nunca se lo había oído decir a nadie mientras estaban en su habitación, pero es seguro que a mí me lo decía.

Era una de las cualidades de Śrīla Prabhupāda. Era muy cuidadoso de no desanimar a nadie por las críticas. Si ellos eran capaces de asumirlo, entonces los reprendía. De otro modo, era el mayor de los diplomáticos trascendentales que jamás haya habido. Su único objetivo era contagiar a tanta gente como fuera posible con el amor de Kṛṣṇa y si se tenía la oportunidad de asociarse con él personalmente, entonces cabía la fuerte posibilidad de apegarse profundamente a él, al margen de cuán duro fuera.

1 comentario:

  1. ¡Jay Srila Prabhupada!, gracias prabhus por compartirnos este néctar, ahora me quedo tranquila, pues en época de lluvias aquí los moscos proliferan y yo temía cometer un error al matarlos, pues sus picaduras le hacen a mi pequeña unas ronchas horribles que le supuran. MMVD

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