68. Si usted quiere construir un templo, está bien



Śrīla Prabhupāda Uvāca 68
Misericordia Personal

Como sirviente de Śrīla Prabhupāda, hubo muy pocas veces en que debiera preguntar por alguna orden recibida. En realidad, sólo recuerdo una vez. Śrīla Prabhupāda recibió una carta de un devoto pidiendo permiso para divorciarse de su esposa y para casarse con otra. Estando presente cuando Śrīla Prabhupāda contestó la carta, me conmocioné cuando él concedió el permiso. Me molestó durante todo el día. Comprendía que en nuestra filosofía no se permitía el divorcio. Muchas veces le había oído hablar en contra del divorcio, sabía que sucedía, pero no pensaba que Śrīla Prabhupāda lo auspiciaría. Seguía pensando, 'Esto no es lo que Śrīla Prabhupāda haría'.

No lo pude sobrellevar demasiado. Era la hora del masaje nocturno, al cabo de una media hora, exploté, “Prabhupāda, quiero preguntarle algo. Este devoto que le está pidiendo el divorcio...”. El interrumpió, “Oh, sí, le dije que podía hacerlo”. Yo continué, “Sí, ya lo sé. Me estaba preguntando, usted siempre dijo que el divorcio va en contra de los principios Védicos. Nunca debe ocurrir un divorcio”. Él dijo, “Sí, pero en esta sociedad esas cosas se aceptan. De modo que podemos permitirlo”.

Aún no me sentía satisfecho. Śrīla Prabhupāda parecía indiferente al respecto. Era una cualidad suya que yo no había observado en relación a ese tema. Dije, “Sí, pero en esta sociedad se acepta comer carne y la intoxicación, todas esas cosas se aceptan. ¿Porqué ninguna de ellas está permitida?”. Mi muy misericordioso maestro espiritual replicó con voz compasiva, “Bueno, en realidad, ya sea que yo le diera permiso o no, él va a conseguir el divorcio. De modo que si le digo, 'No, no puedes', y él lo hace, será una ofensa grave. Si le digo, 'Sí, puedes hacerlo', -porque él lo va a hacer de todos modos-, entonces la ofensa no es tan grave”. Me sentí aliviado. Yo había pensado que ese era el motivo, pero necesitaba que me lo confirmara, el hecho de ser tan increíblemente compasivo con nosotros.

Febrero de 1973
Jakarta, Indonesia

Mientras estábamos en la casa de unos miembros vitalicios, vinieron unos invitados indios a visitar a Śrīla Prabhupāda. Uno de ellos dijo, “Swamiji, queremos que nos pida que construyamos un templo. Queremos construir un templo para usted, pero queremos sus bendiciones. Queremos que nos lo pida”. Śrīla Prabhupāda comenzó a reír y dijo, “No, no. Si ustedes quieren construir un templo, está bien. Construyan un templo. Lo tripularemos para ustedes”. El caballero dijo, “Swamiji, queremos que nos dé sus bendiciones, que nos pida que hagamos un templo. Estamos deseando la bendición”. Śrīla Prabhupāda, aún sonriente y riendo dijo, “No, no. Si yo les pido que lo hagan y ustedes no lo hacen, será ofensivo. Si no cumplen, será vuestra caída. Eso es muy malo. Si lo hacen por su cuenta, eso es bueno mas si no lo hacen, entonces no pasó nada malo, porque yo no se los he pedido”.

Śrīla Prabhupāda, usted nos mostró lo que significa ser un líder y la forma de dar órdenes sin ego falso. Siempre me asombraba cuando usted me llamaba a su habitación y tras ofrecer reverencias, usted me miraba y decía con inocencia, aunque formalmente, “¿Puedes darme el masaje ahora?”. Incrédulo, yo solo podía articular, “Prabhupāda, es por eso que estoy aquí. Estoy deseando servirlo”. Usted simplificaba tanto el deseo de servirlo. Por favor, permita que los recuerdos de estar con usted fluyan en mi denso cerebro. Usted me ha estropeado. Soy muy arrogante. Aunque estoy lleno de defectos, lo comparo con todos y no puedo servir a los demás. Debo sentarme aquí y difundir sus glorias, para no secarme y esfumarme. Su inútil sirviente, Śrutakīrti dāsa.

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