Cuando en julio de 1972 Śrīla Prabhupāda visitó el templo de Amsterdam,
accedió a la propuesta de los devotos de instalar a las Deidades del Señor
Jagannātha. Pero a causa de la mala administración de los líderes del templo,
el acontecimiento resultó un fracaso. Las cámaras de televisión estaban
presentes así como también reporteros de los principales periódicos de la
ciudad, y el templo estaba abarrotado de invitados. Pero cuando Prabhupāda
entró en la habitación del templo y se sentó para llevar a cabo el yajña, observó que había muchas
irregularidades.
—¿Dónde están las frutas y los cereales? —preguntó. El presidente del
templo respondió que por error todas las frutas habían sido utilizadas para la
ensalada de frutas. Prabhupāda se enfadó.
—¿Dónde están las flores? —preguntó esta vez. La respuesta fue: —Se nos
olvidaron.
—¿Quién es el responsable de esto? —inquirió Prabhupāda. En su enojo
trascendental, a Prabhupāda no le intimidaba lo más mínimo la presencia de la
televisión, los periodistas y los invitados. Le preocupaba más la instalación
del Señor Jagannātha (y la incompetencia de sus discípulos).
—Lo cierto, Prabhupāda —tartamudeó el presidente del templo—, es que no
siguieron mis instrucciones.
—¡¿Cuáles instrucciones?! —dijo Prabhupāda en voz muy fuerte—. ¿Quién es
el responsable de esto? ¿Dónde está ese sinvergüenza?—. Los devotos presentes
estaban sobrecogidos a causa de la furia de Prabhupāda, y al ver sus ojos tan
abiertos sintieron que era como la ira del Señor Nṛsiṁhadeva.
A pesar de los errores, Prabhupāda siguió adelante con la ceremonia,
pero cuando llegó el momento de colocar a las Deidades del Señor Jagannātha en
el altar, se hicieron evidentes los grandes errores de cálculo. Los devotos
descubrieron de pronto que el altar que habían construido era demasiado
pequeño. ¡Las Deidades no cabían! El pūjārī
cerró las cortinas mientras media docena de devotos corrían detrás del altar
para hacer los arreglos de emergencia. Mientras Śrīla Prabhupāda, los medios de
comunicación y el resto del público esperaban, podían escucharse los sonidos de
golpes y martilleos que provenían de detrás de las cortinas. El trono entero
tuvo que ser desmontado y transportado a una esquina de la sala. Finalmente,
las cortinas se abrieron y aparecieron las Deidades sobre un altar improvisado.
Las Deidades habían sido vestidas y decoradas de manera demasiado simple
y en el rostro de Prabhupāda se veían claras muestras de desaprobación. Pero
tras estas expresiones iniciales de enfado, su ira cedió y comenzó con la
ceremonia cantando los mantras y
dando una conferencia llena de conciencia de Kṛṣṇa. También entonces concedió
la orden de sannyāsa al presidente
del templo de Amsterdam. Debido a la gran cantidad de gente, a la falta de
ventilación y al calor y el humo que provenían del fuego, la habitación
resultaba incómoda para todos. Pero ahora Śrīla Prabhupāda se encontraba por
encima de tales incomodidades. En realidad era el único al que parecía no
molestarle el humo que llenaba aquel cuarto, por lo que la ceremonia de
instalación del Señor Jagannātha en el templo de Amsterdam, siguió adelante.
Entrevista con Hare Kṛṣṇa dāsa
Él también
cuenta que este incidente le dejó una impresión muy fuerte de las cualidades de
Prabhupāda. Se dio cuenta de que si no hubiera habido tantos errores en la
administración del templo, no habrían habido motivos para que Prabhupāda se
encolerizara tanto delante de todos los invitados. Sin embargo, esto también
reveló que a Prabhupāda no le importaba tanto la audiencia como el complacer a
Kṛṣṇa. Los devotos se dieron cuenta de que a Prabhupāda no le interesaba en
absoluto la opinión pública. Esto lo recordarían en sus prédicas cuando
comparaban a Prabhupāda con otros gurus. Ahora podían entender mejor que Śrīla
Prabhupāda era totalmente diferente a los seudosvāmīs que se mezclan en asuntos públicos y en controversias políticas.
Prabhupāda estaba por encima de todo eso como renunciante completamente
desapegado. Lo único que le importaba era complacer a Kṛṣṇa y propagar la
conciencia de Kṛṣṇa.
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