3. Gotitas de néctar: El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá



Gotitas de néctar

A Prabhupāda le gustaba improvisar sesiones de grabación en su habitación del templo de Los Ángeles. Cuando el técnico de grabación, Kṛṣṇakānti dāsa, intentaba programar alguna sesión especial, a menudo Prabhupāda la posponía. Pero cuando en ocasiones, ya fuera por la mañana, por la tarde o por la noche, Prabhupāda decía sin previo aviso: —Vamos a grabar—, los devotos intentaban responder en el acto. Si decían que no tenían los micrófonos adecuados o que el equipo no estaba listo, Prabhupāda respondía: —Entonces graben con lo que tengan—. Nunca parecía preocuparse excesivamente por las cuestiones técnicas ni tampoco quería dedicar demasiado tiempo al asunto.

Cuando sentía deseos de hacerlo, Prabhupāda pedía a algunos devotos que tocaran los karatālas y la mṛdaṅga y comenzaba a cantar. Le gustaba preparar las cosas rápidamente para empezar sin demoras y no le gustaba que se lo interrumpiera. En una ocasión, los devotos se retrasaron al poner en funcionamiento la grabadora y el micrófono, y cuando Prabhupāda comenzó a cantar, tuvieron que interrumpirlo dos veces a causa de dificultades técnicas en el proceso de grabado. Al finalizar la sesión, los devotos descubrieron que la máquina era defectuosa y que no se había grabado nada.

—Esa máquina no sirve para nada —dijo Prabhupāda. Luego, mirando al devoto-técnico añadió—: Y tú tampoco.
Entrevista con Karandhara dāsa


En la época en que no se celebraba Ratha-yātrā en Los Ángeles, los devotos solían viajar en bloque a San Francisco para asistir al Ratha-yātrā de allí. Una mañana Prabhupāda bajó al templo a la hora de siempre y encontró únicamente a los pocos devotos que habían permanecido allí, ya que la mayoría habían salido ya para San Francisco. (Śrīla Prabhupāda viajaría más tarde en avión.) Esa madrugada alguien había lanzado una bomba dentro del templo por la puerta de atrás. La bomba había hecho explosión, sacudiendo el edificio, y algunos devotos se habían cortado con pequeños trozos de cristal.

Prabhupāda se sentó en el vyāsāsana y dijo a los devotos que iba a enseñarles un nuevo mantra. Entonces les enseñó los mantras al Señor Nṛsiṁhadeva, empezando con las palabras namas te narasiṁhāya. Repitió las palabras con ellos varias veces y luego comenzaron a cantarlas juntos.

Prabhupāda comentó en esa ocasión que ahora que su movimiento estaba creciendo los demonios se sentían envidiosos. Dijo que a medida que el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa aumentara habrían otros ataques, pero que los devotos no debían sentir temor alguno ni dejar por ello de avanzar. Debían cantar estos mantras a Nṛsiṁhadeva.

—El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá —afirmó. Prabhupāda acordó también que estos mantras fueran enviados a todos los centros de ISKCON para que los devotos los cantaran.

Entrevista con Karandhara dāsa

No hay comentarios:

Publicar un comentario