Gotitas de néctar
A Prabhupāda le gustaba improvisar sesiones de grabación en su
habitación del templo de Los Ángeles. Cuando el técnico de grabación, Kṛṣṇakānti
dāsa, intentaba programar alguna sesión especial, a menudo Prabhupāda la
posponía. Pero cuando en ocasiones, ya fuera por la mañana, por la tarde o por
la noche, Prabhupāda decía sin previo aviso: —Vamos a grabar—, los devotos
intentaban responder en el acto. Si decían que no tenían los micrófonos
adecuados o que el equipo no estaba listo, Prabhupāda respondía: —Entonces
graben con lo que tengan—. Nunca parecía preocuparse excesivamente por las
cuestiones técnicas ni tampoco quería dedicar demasiado tiempo al asunto.
Cuando sentía deseos de hacerlo, Prabhupāda pedía a algunos devotos que
tocaran los karatālas y la mṛdaṅga y comenzaba a cantar. Le gustaba
preparar las cosas rápidamente para empezar sin demoras y no le gustaba que se
lo interrumpiera. En una ocasión, los devotos se retrasaron al poner en
funcionamiento la grabadora y el micrófono, y cuando Prabhupāda comenzó a
cantar, tuvieron que interrumpirlo dos veces a causa de dificultades técnicas
en el proceso de grabado. Al finalizar la sesión, los devotos descubrieron que
la máquina era defectuosa y que no se había grabado nada.
—Esa máquina no sirve para nada —dijo Prabhupāda. Luego, mirando al
devoto-técnico añadió—: Y tú tampoco.
Entrevista con Karandhara dāsa
En la época en que no se celebraba Ratha-yātrā en Los Ángeles, los
devotos solían viajar en bloque a San Francisco para asistir al Ratha-yātrā de
allí. Una mañana Prabhupāda bajó al templo a la hora de siempre y encontró
únicamente a los pocos devotos que habían permanecido allí, ya que la mayoría
habían salido ya para San Francisco. (Śrīla Prabhupāda viajaría más tarde en
avión.) Esa madrugada alguien había lanzado una bomba dentro del templo por la
puerta de atrás. La bomba había hecho explosión, sacudiendo el edificio, y
algunos devotos se habían cortado con pequeños trozos de cristal.
Prabhupāda se sentó en el vyāsāsana
y dijo a los devotos que iba a enseñarles un nuevo mantra. Entonces les enseñó los mantras
al Señor Nṛsiṁhadeva, empezando
con las palabras namas te narasiṁhāya.
Repitió las palabras con ellos varias veces y luego comenzaron a cantarlas
juntos.
Prabhupāda comentó en esa ocasión que ahora que su movimiento estaba
creciendo los demonios se sentían envidiosos. Dijo que a medida que el
movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa aumentara habrían otros ataques, pero
que los devotos no debían sentir temor alguno ni dejar por ello de avanzar.
Debían cantar estos mantras a Nṛsiṁhadeva.
—El Señor Nṛsiṁhadeva siempre nos protegerá —afirmó. Prabhupāda acordó
también que estos mantras fueran
enviados a todos los centros de ISKCON para que los devotos los cantaran.
Entrevista con Karandhara dāsa
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