En septiembre de 1976, un mago de circo visitó el Krishna-Balaram Mandir
de Vṛndāvana y le enseñó a Prabhupāda y a los devotos su repertorio de trucos.
Cuando Bhagatji, un amigo de Prabhupāda, oyó que éste había aceptado ver al
mago, corrió al gurukula y reunió a
todos los maestros y alumnos. En pocos minutos, los líderes del templo, los
maestros y los niños del gurukula
acudieron a la habitación de Prabhupāda para presenciar el espectáculo. Prabhupāda,
que se hallaba cómodamente sentado tras su escritorio, le preguntó al mago qué
sabía hacer. Éste colocó una moneda en la mano de Prabhupāda, y cuando
dijo:—Vete—, la moneda desapareció.
—¿Puede también conseguir dinero? —Prabhupāda rió.
—No —replicó el mago.
—Sólo puede hacer que desaparezca —dijo Śrīla Prabhupāda. Luego el mago
sacó unas cajas de cuyas ranuras salieron de pronto diferentes colores. También
realizaba juegos con plumas. Tomaba una pluma blanca, la frotaba, tiraba de
ella con los dedos y aparecía llena de colores. En varias ocasiones pidió a Śrīla
Prabhupāda que le ayudara con sus trucos, haciendo por ejemplo que salieran
monedas de sus orejas. Aunque Prabhupāda se reía divertido, algunos de los
devotos se sentían incómodos al ver que su maestro espiritual estaba siendo
objeto de engaños y trucos. Parecía que Prabhupāda estaba disfrutando, pero
después de un rato deliberadamente cambió de humor.
—¿Qué hay de las miserias de la vida? —le preguntó al mago—. ¿Puede
hacer que desaparezcan el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte?
El mago replicó sumisamente: —No, no puedo—. Tras decir esto, el mago se
sentó y Śrīla Prabhupāda adoptó la posición superior.
—Yo sí puedo hacer que desaparezcan —dijo Śrīla Prabhupāda—. Eso es
verdadera magia.
La función había terminado y Śrīla Prabhupāda habló con su sabiduría
trascendental al mago y a los devotos allí reunidos. Luego, Śrīla Prabhupāda le
regaló al mago una guirnalda y distribuyó dulces entre todos los presentes.
Entrevista con Dhanurdhara Swami y Dvārakādhīśa dāsa
Diario de Hari-śauri dāsa
No creo que haya habido siquiera una palabra, o un gesto, en Prabhupada, que no estuviera dentro del rango de la perfección.
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