Śrīla Prabhupāda Uvāca 72
25
de marzo de 1973, Air India
Los actos
de Śrīla Prabhupāda eran siempre frescos. Siendo su sirviente personal por ocho
meses, pensaba que ya tenía una buena comprensión de la forma de actuar y qué
decir en respuesta a las preguntas, de modo de no meterme en problemas.
Consideraba que nuestra relación era estrictamente maestro
espiritual-sirviente. Con el tiempo, se hizo evidente que Śrīla Prabhupāda
quería que hablara libre y honestamente al preguntarle algo. Era muy amable.
Nunca me enjuició.
Cuando Śrīla
Prabhupāda y yo entrábamos al avión, por el intercom se oía una ejecución de
música clásica. Caminamos hacia nuestros asientos. Śrīla Prabhupāda se sentó al
lado de la ventanilla, como siempre lo hacía y yo me senté a su lado. La música
continuaba. Me miró sonriendo y dijo, “¿Te gusta esta música?”- Lo miré con una
mirada vacía, pensando, “¿Cómo le digo que esta música me gusta? Seguro que
suena lindo, pero no se cantan los nombres del Señor. Son solo instrumentos
tocando. Eso no puede ser Conciencia de Kṛṣṇa”. Especulando con aprensión,
perdí mi oportunidad de intimar con mi amado maestro espiritual, cuando el me
respondió misericordiosamente, “Esta música es muy bella”. Aliviado, asentí. “Sí,
Śrīla Prabhupāda, es bella”. Me sentí como un engañador, incapaz de ser
honesto. Estaba tan preocupado por la emisión de mi respuesta, que olvidé que Śrīla
Prabhupāda es una persona con gustos y desagrados. Él estaba oyendo la música y
recordando a Kṛṣṇa. Yo estaba oyendo la música y calculando de qué forma era
māyā, no sabiendo como responder de
un modo consciente de Kṛṣṇa.
Abril de 1973; Los Angeles, California
Sede:
Nueva Dvārakā
He hecho
algunos amigos devotos aquí en el templo, y decidí ir al maṅgala arātika para verlos. Mientras estaba allí, vino Pradyumna a
la sala del templo, diciendo, “Śrīla Prabhupāda ha estado haciendo sonar su
campanilla. Quiere verte ahora”. Salí de inmediato de la sala del templo y
corrí hasta su habitación, ofreciendo reverencias. Alzando mi cabeza, dije, “¿Me
necesitaba, Śrīla Prabhupāda?”. Me miró enojado y dijo, “Tú no tienes nada que
hacer yendo al maṅgala arātika. Tu
servicio es estar conmigo las 24 horas. Tienes que estar disponible si te
necesito”. Me disculpé y dije que no lo volvería a hacer.
Es
gracioso, incluso antes de ir, sabía que no era correcto que lo hiciera. Había
estado inquieto y pensé que a nadie le parecería mal si asistía al maṅgala arātika.- Imaginaba que Śrīla Prabhupāda
nunca me llamaría tan temprano a la mañana. Por supuesto, debía haber recordado
que él siempre sabía lo que estoy haciendo, por lo que si iba, él ciertamente
iba a llamarme. Yo era la única persona en ISKCON que tenía un motivo para no
ir al maṅgala arātika, y el haberlo
hecho significa que estaba en māyā.
Junio de
1973; Londres
Sede: Bhaktivedanta
Manor
Es una
tarde muy hermosa. El sol brilla en la sala de estar de Śrīla Prabhupāda, a
través de los cristales de la ventana. El está caminando por la habitación,
cantando la japa- Se detuvo enfrente
de las ventanas y miró hacia el jardín. Me dijo, “Bien, ¿cuál es el animal más
hermoso?”. Pensé por unos segundos, y con voz poco convincente, balbuceé, “¿Una
vaca?”. “No” -dijo él rápidamente. “Un caballo. El caballo tiene una forma muy
hermosa. La estructura muscular es muy buena”. Nuevamente me hice un lío.
Pensaba que el animal favorito de Kṛṣṇa es una vaca. Debe ser una vaca. Si Śrīla
Prabhupāda no me lo hubiera aclarado, tendría un sentido perfecto.
Śrīla Prabhupāda,
le ruego que me diga otra vez que mi única función es estar con usted las 24
horas del día. Su inquieto sirviente, Śrutakīrti dāsa.
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