Śrīla Prabhupāda Uvāca 77
Śrīla
Prabhupāda recuerda su juventud
A veces, Śrīla
Prabhupāda hablaba con cariño sobre su padre. Siempre lo hacía con mucha
entrega. Él dijo, “Mi padre se aseguraba que yo tuviera todo lo que deseara.
Aunque fuera a mitad de la noche, y yo quisiera purīs, mi padre le decía a mi madre, “Hazle purīs, si quiere purīs”.
A veces mi madre se resistía, pero mi padre la convencía. Era algo así. No lo
sé. Quizás mi padre sabía. Él siempre hacía cosas como esas. Luego mi madre
tenía que complacer a mi padre”.
Una vez en
un vuelo, Śrīla Prabhupāda estaba tomando prasādam
que consistía en purīs y subji. Mientras comía, comenzó a reír
fuerte y me dijo, “Cuando yo era joven nunca comía capātīs. Yo era muy pretencioso. No eran buenos para mí. Yo tenía
que tener purīs. Cada vez que mi
madre me cocinaba, tenía que tener purīs.
Incluso con el tiempo, cuando fui un comerciante”. Dejó de hablar por un
minuto, pero fue para volver a reír. Estaba muy complacido y disfrutaba
contándome cuán pillo había sido. Śrīla Prabhupāda continuó, “A veces era muy
embarazoso, porque yo iba a las casas de otros. Ellos me daban capātīs para la cena”.
Los ojos
de Śrīla Prabhupāda se agrandaron mucho mientras expresaba su dilema, diciendo,
“Yo no los podía comer, y a la vez no me podía rehusar. No sabía qué hacer. Qué
podía decir, 'Lo siento, no como capātīs'.
Luego ellos pensarían, '¡Oh! ¿Tú eres superior a mí? ¿Tú no comes capātīs? ¿Tú tienes que tener purīs?'. De modo que era muy complejo. A
veces yo me iba y no los comía. Me resultaba muy difícil decir, '¡Oh! No quiero
capātīs', pues ellos se ofenderían,
pero yo no podía comer capātīs.
Simplemente no me gustaban”.
Śrīla Prabhupāda
nunca dejó de sonreír y reírse mientras describía sus traviesas actividades.
Continuó, 'Por ese tiempo, contraté un sirviente. Él trataba de hacer que yo
comiera capātīs. Una vez, me
insistió, 'Quiero que los pruebe. Quiero que me permita hacerle capātīs. Estoy seguro que le van a
gustar'. Yo decía, '¡No! Esto sucedió por algún tiempo. Él seguía pidiéndome,
'Por favor, permítame hacerle capātīs,
sé que le van a gustar'. Al final, dije, 'Está bien. Los probaré'. Me hizo capātīs de primera clase. Y desde ese
momento, me gustaron. Fue un cambio muy abrupto en mi vida. Hasta ese momento
nunca había tomado capātīs”.
Me resulta
difícil describir con palabras cuán bellamente animado estaba Śrīla Prabhupāda
mientras contaba esta historia. Él expresaba las emociones de cada cual,
mientras iba revelando la historia. Sus ojos se agrandaban al expresar la
alarma por su 'superioridad'. Toda vez que hablaba sobre su juventud, a mí me
parecía que no hacía mucho de eso. Él se complacía mucho en hablar de eso con
sus discípulos.
Gracias Śrīla
Prabhupāda por permitirme ingresar en sus pasatiempos infantiles. Es solo
debido a su misericordia sin causa que pude ser testigo de tan gloriosas
actividades. Sé que usted me lo brindó gentilmente porque yo necesitaba mucho
de usted. Estoy endeudado eternamente.
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