Śrīla Prabhupāda contó una historia divertida para ilustrar una serie de
puntos acerca de las enseñanzas de Śaṅkarācārya. Śaṅkarācārya es aceptado en la
sampradāya vaiṣṇava como una encarnación del Señor Śiva, y por lo tanto es
venerado. Pero las enseñanzas engañosas de la filosofía māyāvādī habían sido destinadas para un tiempo y lugar determinados
y no debían perpetuarse como dharma
eterno, como aseguran los así llamados filósofos māyāvādīs. Para ilustrar la insensatez de los seguidores que imitan
a Śaṅkara, Prabhupāda contó una historia acerca de un doctor y su aprendiz.
Había un famoso veterinario que viajaba a muchas granjas y que tenía
mucho éxito curando las enfermedades de los animales. El veterinario tenía
también un ayudante que lo acompañaba, pero este aprendiz envidioso y lleno de
ambición quiso reemplazar a su maestro y convertirse prematuramente él mismo en
maestro veterinario. En una ocasión llamaron al veterinario a una granja donde
encontró un caballo muy valioso que tenía el cuello muy hinchado. El
veterinario abrió la boca del caballo, examinó su interior, y luego pidió al
aprendiz que le acercara su maletín. Sacando su martillo, el veterinario
comenzó a golpear el cuello del caballo. Momentos después de tan inusual
procedimiento la hinchazón del caballo bajó y el granjero elogió agradecido al
veterinario y le pagó por su trabajo.
Casi inmediatamente después de este incidente, el aprendiz dejó al
doctor y decidió convertirse en veterinario. Pronto llegó a oídos del
veterinario que su aprendiz se hacía pasar por un veterinario auténtico y que
estaba haciendo estragos por dondequiera que iba. Las noticias decían que el
así llamado veterinario estaba de hecho matando a los animales cada vez que
intentaba curarlos. Al final, el maestro veterinario encontró al sinvergüenza y
le dijo: —¿Qué estás haciendo? Me dicen que estás imitando mis prácticas y que
como resultado estás matando animales allí donde vas.
—¡Pero si yo sólo hago lo que le vi hacer a usted! —protestó el
aprendiz. El aprendiz explicó entonces que cada vez que veía a un animal
enfermo lo golpeaba con un martillo, aunque desgraciadamente los resultados no
eran muy buenos.
—¡Estás loco! —dijo el veterinario—. Lo que viste era un caso muy
especial. Aquel caballo se había tragado una sandía, así que tuve que golpearla
desde fuera para que se rompiera. No es una práctica que pueda repetirse en
cada caso.
De este modo, Prabhupāda ilustró cómo los seguidores māyāvādīs de Śaṅkara deberían ser
despreciados y golpeados igual que hizo el veterinario con el aprendiz.
Satsvarūpa dāsa Goswami
¡Uyyyy, que duro!. ¡Gracias a Srila Prabhupada por siempre advertirnos de los impostores!.¡Gracias por compartir!. MMVD
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