92. Las hormigas y su entusiasmo durante el prasādam



Śrīla Prabhupāda Uvāca 92
Junio de 1973; Māyāpura, India;
ISKCON, Māyāpura Candrodaya Mandir

En Māyāpur, Śrīla Prabhupāda vivía en dos habitaciones. Una era su sala de estar, donde traducía y recibía a los invitados. La de al lado, era su dormitorio, pero también la usaba para honrar el prasādam, de modo que había una mesita de mármol (choki) para el prasādam, colocada contra la pared, a la derecha de su cama.
Por lo general, en Junio hace mucho calor, de modo que cuando Śrīla Prabhupāda tomaba el almuerzo, a veces yo lo abanicaba con un abanico de plumas de pavo real. No sólo creaba brisa sino que alejaba a las moscas. Sin embargo, cuando Śrīla Prabhupāda almorzó, de inmediato lo supieron todos los moradores. Ellos siempre tenían mensajeros corriendo por las paredes y en unos minutos, tras poner su plato en la mesa, llamaban a los batallones. Una vez en Los Ángeles, Śrīla Prabhupāda me dijo que pusiera un poco de cúrcuma debajo de los puntos donde entraban. En Los Ángeles funcionó. Supongo que esas hormigas eran más materialistas. Las hormigas de Māyāpur no podían ser detenidas. Obviamente, eran entidades espirituales y no serían desanimadas de tomar los remanentes de mahā prasādam del plato del devoto puro.

Observé cientos de hormigas subir por la pata del choki, rodeando su plato para finalmente descender sobre el prasādam. Parecían saber exactamente cuando se les permitía una determinada preparación. Śrīla Prabhupāda solía comer en etapas. Primero, los vegetales y capātīs, el arroz era mezclado después y finalmente comía los dulces. Al principio, ellas se congregaban alrededor del plato. Gradualmente se abrían paso hasta las preparaciones que Śrīla Prabhupāda había terminado. Parecía que las hormigas eran cortéses. Finalmente, Śrīla Prabhupāda terminaba su comida con unos pocos dulces y se levantaba para lavarse. Había llegado para las hormigas el momento tan esperado. Ellas sabían que ese era el momento para sumergirse en los dulces. Increíblemente, Śrīla Prabhupāda nunca dijo una palabra sobre ellas durante este ataque diario a su almuerzo.

Este no fue un incidente aislado. Sucedía con regularidad. Tal parecía que había un arreglo entre el devoto puro y estos insignificantes insectos. El disponía de todo el tiempo que quisiera y luego a ellas se les permitía comer. Yo trataba de retirar los platos tan rápido como fuera posible, para que quedara algo para sus discípulos. Como Śrīla Prabhupāda dijera en Calcuta, “Está bien, ellos no comen mucho”.
Un día, mientras estaba abanicándolo durante el almuerzo, Śrīla Prabhupāda se rió entre dientes y dijo, “Esta es la costumbre Védica. La esposa debe abanicar al esposo mientras él come. Luego, lo que sea que él deje, ella come”. Riéndose, decía, “De esta forma, ella siempre se asegura que haya gran cantidad de prasādam. De otro modo, ella no come. Pero era meramente una costumbre”. Aún sonriendo, dijo, “En realidad, en la cultura Védica, tal era el rol de la mujer. Ellas servían de dos maneras, una, cocinando buena comida, la otra brindando buena vida sexual. Tal es la esencia de la vida material. Por supuesto, la diferencia es que en la Conciencia de Kṛṣṇa nosotros remarcamos la castidad, ser casto”.

Mientras abanicaba a Śrīla Prabhupāda comiendo, me sentí avergonzado. Este tema era una fuente de gran atracción y rechazo para mí, debido a mi fascinación por el sexo opuesto y mi constante esfuerzo por controlar mis sentidos. Aprecié el conocimiento que me estaba impartiendo. No me atreví a decir nada, pues estoy completamente apegado a la vida material.

Śrīla Prabhupāda era completamente trascendental. Solo él podía sentarse con legiones de insectos preparados para atacar sus remanentes. Solo él podía hablar del disfrute sexual sin reservas, porque el no tenía atracción por la vida material. Siendo el devoto puro absolutamente compasivo, el entendía nuestra condición caída, la desenredaba y nos daba la oportunidad de realizar servicio devocional.

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