94. Caída (resbalón) de Prabhupāda



Śrīla Prabhupāda Uvāca 94
Septiembre de 1974; Vṛndāvana, India;
Kṛṣṇa Balarāma Mandir

Durante este período de la enfermedad de Śrīla Prabhupāda, hubo mucha actividad. Sus habitaciones se hallaban en las etapas finales de construcción, y afuera marchaban otros proyectos. Se estaba construyendo el templo y la casa de huéspedes, de modo que muchos sonidos llenaban la atmósfera. Śrīla Prabhupāda había estado comiendo tan poco durante tanto tiempo, que se puso muy débil. Cuando necesitaba ir de una habitación a la otra, uno o dos discípulos lo ayudaban.

El aire del verano era sumamente caluroso, de modo que colocamos su cama en su porche trasero, pues estaba mucho más fresco que en su sala de estar. A la noche, solía descansar a la intemperie, pese a que aún proseguían los trabajos en el porche y la zona del jardín, apenas si había lugar para su cama. Cuando era la hora de ir a descansar, a la noche, yo le ayudaba a meterse en la cama y luego me subía debajo del mosquitero para friccionar sus piernas. Después del masaje, colocaba una estera de paja debajo de su cama, para dormir encima. El mosquitero adosado a su cama, se extendía hasta el suelo, de modo que yo también era cubierto. Pasaba cada noche durmiendo directamente debajo de la cama de Su Divina Gracia, de modo que si él necesitaba algo, yo estuviera inmediatamente disponible.

Este fue el primer período de tiempo en que descansé directamente al lado de Śrīla Prabhupāda. Él me quería cerca, para que si debía levantarse, yo lo ayudara a caminar. Era una situación muy seria. Me consideraba a mí mismo como el perro de su amo, yaciendo en el suelo, al lado de su cama, esperando una oportunidad de servirlo. Esa era mi posición real tal como la consideraba.

Una noche, alrededor de la 1.00 a.m., me despertó el ruido de un palo cayendo al lado de mi cabeza hasta el suelo de ladrillo. Al abrir mis ojos, vi a mi amado maestro espiritual yaciendo en el suelo, a mi lado. Horrorizado, de inmediato así a mi Gurudeva por las axilas y lo alcé, llevándolo de vuelta a su cama. El ruido que había oído era del bastón de Śrīla Prabhupāda cayendo al piso, cuando él trató de caminar. De inmediato me desperté completamente, y me llené de temor, aprensivo dije, “Śrīla Prabhupāda, ¿qué está haciendo? ¿Porqué no me llamó?”. Él replicó con suavidad, como disculpándose, “Oh, necesitaba ir al baño. Pensé que podría hacerlo solo y no quería molestarte porque estabas descansando”.

Sabía que Śrīla Prabhupāda era muy humilde, pero esto me conmovió. Estaba enojado de que no me hubiera despertado y comencé a reprenderlo respetuosamente, diciendo, “¡No, Śrīla Prabhupāda, no es ninguna molestia! Es por eso que estoy aquí. Usted está muy débil. Debía haberme llamado”. Él dijo, “Pensé que tendría la fuerza, pero ya veo que no tengo nada de fuerza”.

Parado detrás suyo, coloqué mis manos en sus codos, y caminé con él hacia el cuarto de baño, y esperé afuera de la puerta. Cuando terminó, lo ayudé a regresar a su cama en el porche. Al día siguiente, él no hizo ningún comentario del incidente de la noche anterior, como tampoco se quejó ante nadie de ningún daño que hubiera recibido al caer en el porche de ladrillo. Era otro día en la vida del devoto puro. El verdaderamente no era afectado por las condiciones relativas a su cuerpo. Le interesaba que todo marchara bien con la construcción del templo.

Śrīla Prabhupāda exhibía humildad en todas las circunstancias. A veces me llamaba a su habitación. Al entrar, diría en un tono humilde, “¿Podrías prepararme algo ahora?”. Sorprendido por ese tono humilde, yo replicaba, “Si, Prabhupāda. No tengo otra cosa que hacer que servirlo. Por eso estoy aquí”. A veces le decía a los devotos que esperaban en la habitación para salir a caminar, “¿Vamos ahora?”. Siempre era refinado y digno. Todo lo que decía, cada movimiento suyo hacía que nos sintiéramos más atraídos por él.

Śrīla Prabhupāda, no hay nada que yo pueda decir para glorificar sus actividades con propiedad. Cualquiera lo bastante afortunado como para tener su asociación, sabe que usted es la encarnación de todas las cualidades trascendentales. Usted me dio una razón para vivir. Cuando pienso en su caída al suelo mientras yo dormía, me apeno profundamente. Yo debí haber estado despierto, vigilando y cuidando su hermosa forma. Sin embargo, estoy seguro que usted ni siquiera lo considera una falta de mi parte. Eso se debe a su gran humildad. Es esa cualidad la que me mantiene adherido a sus pies de loto. Gracias por ser mi amoroso y divino padre espiritual.

2 comentarios:

  1. Salvador Hernandez3/25/2014 5:27 p. m.

    No hay en los tres mundos néctar más dulce que los pasatiempos trascendentales De Su Divina Gracia Srila Prabhupada Ki Jay

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  2. Que devoto tan afortunado. Realmente Krsna lo bendijo de un modo especial. Srila Prabhupada tambien me salvó la vida. Bendito es eternamente. Gracias por compartir estos pasatiempos trascendentales del mas misericordioso de los maestros.

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