93. El upma y el pensamiento compasivo de Prabhupāda



Śrīla Prabhupāda Uvāca 93
Agosto de 1973; Vṛndāvana, India
Kṛṣṇa Balarāma Mandir

Podría pensarse que estar en Vṛndāvana con Śrīla Prabhupāda es la situación más bienaventurada posible, pero este período de siete días fue muy difícil. Śrīla Prabhupāda estuvo sumamente enfermo, de modo que estábamos en medio de una tremenda ansiedad, pues parecía que él nos abandonaría en cualquier momento. Casi no comió por un período prolongado de tiempo, y como consecuencia tenía muy poco vigor.

Una mañana me llamó a su sala de estar. Estaba sentado sobre su cama. Cuando entré a la habitación, dijo con suavidad, “Puedes hacerme un poco de upma como te enseñé”. Era un pedido algo peculiar, considerando que no estaba comiendo. También me resultó difícil imaginar porqué quería que yo lo hiciera, puesto que estaba Yamunā, obviamente más calificada para cocinarle. Desafortunadamente, no había vegetales frescos en la cocina, pero ella tenía algunos garbanzos secos. Hice el upma empleando esas habas secas, luego de remojarlas. Lo hice lo más rápido que pude. Todos estábamos muy excitados porque él hubiera pedido algo de comer, pues solo había comido rodajas de naranja.

Pensándolo, en el pasado, él me había pedido que le preparara diferentes platillos con la intención de aumentar su apetito. Me había enseñado personalmente como hacer una preparación y si yo podía hacerlo bien, entonces me pediría que lo hiciera durante toda una semana. Así pues, quizás había pensado en el upma que me había enseñado a preparar. Comencé a evocarlo enseñándome a hacer una coliflor húmeda y vegetales de papas con curdo frito en el Bhaktivedanta Manor. En Nueva Dvārakā, entró a las habitaciones de servicio, me dijo que consiguiera una cabeza de repollo y algunas papas. Me enseñó el arte de cortar finamente el repollo con un cuchillo y 'saltearlo' en una olla con daditos de papas para crear un delicioso subji de papas y repollo. Me sentía afortunado porque me había pedido que lo sirviera.

De modo que todos estábamos muy contentos porque Śrīla Prabhupāda había solicitado algo que le gustaba. Llevé un plato con un katori lleno de upma a su habitación. Colocándolo sobre el choki, alcé la mesita sobre su cama. Ofrecí reverencias y salí de la habitación, regresando a la cocina. Me senté, aguardando por anticipado junto a un par de devotos, con la esperanza que Śrīla Prabhupāda disfrutara de la ofrenda y la comiera toda. Unos cinco minutos después, Śrīla Prabhupāda llamó con la campanilla. Corrí de vuelta a su sala de estar, mirando a hurtadillas el upma apenas comido. Ofrecí mis reverencias y al mirar a mi glorioso maestro espiritual, éste me devolvió la mirada con amor, diciendo, “Este upma era de primera clase. No pude comer mucho porque no tengo apetito, pero quiero que sepas que estuvo muy bueno. Pensé que si preparabas algo que me gustara, podría comer, pero no es posible. Comí un poquito, y sabía muy bien”. No podía creerlo, repliqué con aprecio, “Gracias, Śrīla Prabhupāda”. Recogiendo el plato y el choki, salí de la habitación.

Śrīla Prabhupāda, siempre me asombraron sus amables tratos para conmigo. Miles de devotos de todo el planeta se ocuparon 24 horas en el kīrtana, orando al Señor Supremo porque le permitiera quedarse con nosotros. De todos modos, usted se tomaba el trabajo porque su bajo sirviente no se apenara debido a que no había comido el upma. Pese a estar enfermo, me alentaba. Usted es siempre completamente trascendental y piensa en los demás, sin importar cómo se sienta personalmente. Espero que algún día pueda yo preocuparme por usted una fracción de la cantidad que usted se preocupó por mí. Ese día quise complacerlo, y sabiéndolo, usted reciprocó llenando de alegría mi corazón. Por favor perdóneme por ser tan necesitado. 

1 comentario:

  1. ¡Que lindo!, tengo ganas de llorar. ¡Hermosas anécdotas, gracias por compartirlas!. MMVD

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