Śrīla
Prabhupāda Uvāca 97
Septiembre
de 1973; Vṛndāvana, India;
Kṛṣṇa
Balarāma Mandir
A medida
que mejora la salud de Śrīla Prabhupāda, me he vuelto más consciente de mi
propia incomodidad física. No he sido tan cuidadoso como debiera haberlo sido
en la India , y
en consecuencia contraí la malaria; también tengo problemas digestivos y
colitis. Śrīla Prabhupāda ha observado que perdí mucho peso. Mi ánimo está
caído. Pienso que parte de mi debilidad se debe a la tensión de ser responsable
del bienestar de Śrīla Prabhupāda durante su enfermedad. He desarrollado
aversión por vivir en la India ,
después de perder mi energía y fuerza.
Me dirigí
al secretario de Śrīla Prabhupāda, Brahmananda Mahārāja, y analicé la
posibilidad de regresar a Los Ángeles, para recuperar mi salud. Le pedí que
hablara con Śrīla Prabhupāda acerca de ello. Me avergonzaba hablar con Su
Divina Gracia personalmente, porque no podía asumir la idea de dejar su
servicio personal. Sabía en mi corazón que estaba equivocado. Brahmananda Mahārāja
habló con Śrīla Prabhupāda sobre mis deseos.
Más tarde,
Śrīla Prabhupāda me llamó a su habitación. Entré nervioso a su habitación y
ofrecí reverencias. Él estaba sentado ante su escritorio. Me sentía tan
avergonzado de mí mismo, que tenía la cabeza baja, incapaz de mirarlo. Él dijo,
“¿De modo que no te estás sintiendo bien?”. Yo repliqué, “No, Prabhupāda. Me he
sentido enfermo por algún tiempo”. Él continuó, “Quieres regresar a Los Ángeles
a recuperar tu salud”. Tímidamente repliqué, “Sí, Śrīla Prabhupāda. Si es que a
usted le parece bien”. Con una voz muy dulce, el respondió, “Sí, por supuesto.
Me has mantenido vivo el mes pasado. Si no fuera por ti, no estaría ahora aquí.
¿Cómo no he de querer que estés sano? Tú has hecho muchas cosas. Debes
cuidarte. No hay problema en conseguir a alguien. Hay mucha gente aquí en la India. Cualquiera
puede hacer tu servicio”.
No podía
creer lo que oía. Su humildad era abrumadora. Ofrecí mis reverencias y salí de
su sala de estar, lleno de emoción. Me hallaba en la cima del mundo. Oír decir
a Śrīla Prabhupāda que era responsable de salvar su vida, me llenó de éxtasis.
Sabía que él estaba constantemente protegido por el Señor Kṛṣṇa, pero de
todos modos el reconocimiento que me demostró era innegablemente dulce. A la
vez, me sentía más bajo que una bacteria intestinal. ¿Cómo podía dejar a tan
magnánima personalidad? Mi mente giró por el resto del día.
Esa noche
acompañé a Śrīla Prabhupāda al prado del templo, donde nos sentamos bajo el
árbol Tamala. Mientras me sentaba al lado de sus pies de loto, comencé a pensar
lo loco que era. No había un sitio más dulce en todo el universo que sentarme a
sus dorados pies de loto. Finalmente dije, “Śrīla Prabhupāda, no me puedo ir.
No es correcto que lo haga. Tan solo debo quedarme aquí y depender de Kṛṣṇa”.
Śrīla Prabhupāda sonrió ampliamente y dijo, “Sí, eso es muy bueno. Porque eres
sincero, Kṛṣṇa te dará todas las facilidades para realizar tu servicio”.
Sentí un gran alivio, sabiendo que estaba haciendo lo correcto.
Me quedé en la India con Śrīla Prabhupāda por tres meses más antes de dejar su servicio personal por segunda vez.
Śrīla Prabhupāda, cada día que me siento aquí y escribo, me pongo triste pensando en todas las oportunidades que perdí por no tener su asociación personal, debido a mi falta de Conciencia de Kṛṣṇa. Hoy, estoy feliz sabiendo que sin importar qué servicio haga, usted está complacido trascendentalmente, siempre y cuando mi deseo de servirlo sea sincero.
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