Śrīla Prabhupāda Uvāca 102
Enero
de 1973; Los Angeles, CA., EUA;
ISKCON
Nueva Dvārakā
Śrīla Prabhupāda
me advirtió hace unos 16 meses atrás, que me mantuviera apartado de la cocina.
Ahora sus palabras han probado ser proféticas. Nanda Kumara demostró lo que
podía suceder por asociarse con las devotas, al realizar servicio en la cocina,
casándose y dejando el servicio personal de Śrīla Prabhupāda.
Desafortunadamente, yo no aprendí a partir de su experiencia y ahora era mi
turno de ser abrumado por el deseo.
En
Setiembre de 1972, Śrīla Prabhupāda me ordenó que preparara sus comidas en las
habitaciones de servicio y mantenerme afuera de la cocina del templo. Debido a
la ilusión, yo gradualmente me fui descuidando, en relación a esa instrucción.
La historia se repite y ahora estoy parado enfrente de Śrīla Prabhupāda
preguntando si me puedo quedar aquí en Nueva Dvārakā para casarme. Todos mis
hermanos espirituales mayores trataron de persuadirme a continuar con Śrīla Prabhupāda
pero he ido demasiado lejos. Ellos también trataron de casarme con alguna otra
persona, pero mi mente estaba fija en una joven en particular, y determinada en
mi curso de acción.
Tan
fácilmente como me convertí en el sirviente personal de Śrīla Prabhupāda,
ahora, por servir a mis sentidos, he perdido mi más valioso tesoro. En unos
pocos días abandoné el servicio personal a mi Guru Mahārāja. Śrīla Prabhupāda
me conocía completamente. Él no trató de convencerme para que me quedara con él
ni trató de detenerme para que no me casara.
Al cabo de
unos días, mi siempre misericordioso maestro espiritual me llamó a su
habitación. Yo iba consumido por la culpa y la vergüenza, mientras me
encaminaba a las habitaciones de Su Divina Gracia. Mis sentidos giraban
enloquecidos. Mi parte inteligente realizaba que estaba anteponiendo mi
gratificación personal de los sentidos antes que el servicio íntimo de mi
maestro espiritual, pero mi parte lujuriosa era intransigente sin remedio.
Dentro mio había un tumulto. Al llegar a los pies de loto de Śrīla Prabhupāda,
ofrecí unas torpes reverencias semi humildes.
El disipó
amablemente mi vergüenza, diciendo, “Tráeme la valija blanca”. Esta valija
blanca viajó con Śrīla Prabhupāda por todo el mundo. Allí guardaba todos sus
papeles importantes, libretas bancarias, etc. Entré a su dormitorio, abrí su
caja fuerte de metal y retiré su valija.
Al
regresar a la sala de estar, la coloqué sobre el escritorio y me senté frente a
él. Me sentía desorientado y fuera de lugar al no haber estado en sus
habitaciones por unos días. Me sentía como un intruso, que no pertenecía a este
lugar consagrado, este santuario íntimo de la espiritualidad. No tenía idea lo
que estaba pasando. Sabía que había cometido un error muy grande al dejarlo,
pero no podía detenerme.
Śrīla Prabhupāda
abrió la valija y sacó dos anillos. Me los dio y dijo, “Son para ti y tu esposa”.
Decir que me sacudió no alcanza. Me sentía completamente caído por haber dejado
a mi Maestro Espiritual para satisfacer mis deseos, y ahora él me presentaba
regalos, expresando su gratitud por el servicio que había realizado. No era
algo inusual, viniendo de mi amado Gurudeva. Era el curso de actividades
normal. Acepté los regalos, pues hacía mucho que sabía que cuando Śrīla Prabhupāda
deseaba dar algo es mejor aceptar su misericordia.
Unos días
después, me llamó. Fui a su habitación y ofrecí reverencias. Me dijo con una
sonrisa, “De modo que Kīrtanānanda Mahārāja quiere que vuelvas a Nueva Vṛndāvana
con tu nueva esposa”. Repliqué, “Citsukananda prabhu me pidió que fuera al
templo de Caracas para ayudar en la adoración de la Deidad”. Él dijo, “Kīrtanānanda
está ansioso por que regreses a Nueva Vṛndāvana”. Yo repliqué, “Śrīla Prabhupāda,
en realidad no tengo ningún interés en volver”. El sonrió y asintió,
comprendiendo mi determinación. Ofrecí reverencias y salí de la habitación. Le
envió una carta a Kīrtanānanda Mahārāja el 7 de Enero de 1974, que incluía lo
siguiente:
“Respecto
a Śrutakīrti, le propuse que fuera a Nueva Vṛndāvana, mas él dijo que no le
agradaba el trabajo agrícola, y quiere ir a Caracas a realizar la adoración de la Deidad en el templo. Ya se
lo he pedido, y se lo volveré a decir, cuánto lo necesitas en Nueva Vṛndāvana,
y que allí trabajará bien con las vacas, bajo tu guía”.
Śrīla Prabhupāda no me lo volvió a pedir, sabiendo cuán determinado estaba; no me brindó la oportunidad de cometer otra ofensa a sus pies de loto. Ya no hubo más clases. Nunca trató de manipularme de ninguna manera. Nunca me hizo sentir culpable. Mostraba compasión y aprecio por el servicio que yo realizaba. La gracia sorprendente de Śrīla Prabhupāda no ha sido emulada.
Śrīla Prabhupāda no me lo volvió a pedir, sabiendo cuán determinado estaba; no me brindó la oportunidad de cometer otra ofensa a sus pies de loto. Ya no hubo más clases. Nunca trató de manipularme de ninguna manera. Nunca me hizo sentir culpable. Mostraba compasión y aprecio por el servicio que yo realizaba. La gracia sorprendente de Śrīla Prabhupāda no ha sido emulada.
Śrīla Prabhupāda,
si el nivel de pureza se evidencia por la aceptación de una situación como la
misericordia de Kṛṣṇa, luego esa es la prueba que usted es el devoto más puro
del Señor. Usted aceptó la inconveniencia causada por mí, con gracia y
amabilidad. Por favor, perdóneme por abandonarlo. Gracias por no dejarme nunca
y permitirme regresar a sus siempre misericordiosos y dulces pies de loto.
Su fatuo sirviente, Śrutakīrti dāsa
Su fatuo sirviente, Śrutakīrti dāsa
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