Rādhānātha Swami recuerda una visita que Śrīla Prabhupāda realizó en
1976 al viejo barracón en Nueva Vṛndāvana. En 1968 Prabhupāda había vivido en
esa casa situada en el corazón del bosque cuando eso era todo lo que había en
Nueva Vṛndāvana. Y aunque había visitado con frecuencia el pujante proyecto de
Nueva Vṛndāvana, nunca había vuelto al antiguo barracón.
—Si limpian bien este lugar, yo traeré a Prabhupāda hasta aquí arriba
—dijo Kīrtanānanda Swami. Pero más tarde cambió de opinión: —No, no podemos
traerlo. Va a decir que esto se ve como una selva. No es apropiado—. Rādhānātha
oyó esto descorazonado, ya que era el pūjārī
de las Deidades de Rādhā-Vṛndāvananātha, que residían en el pequeño templo del
barracón. Había estado pensando que si el devoto puro, Śrīla Prabhupāda, iba a
ver a Rādhā-Vṛndāvananātha, esa sería la perfección de su servicio devocional a
las Deidades. Decidió llevar al menos una fotografía de Rādhā-Vṛndāvananātha a Śrīla
Prabhupāda para que Los viera.
Un día, durante la visita de Śrīla Prabhupāda, Kīrtanānanda Swami
presentó a Rādhānātha a Śrīla Prabhupāda y le dijo que él había estado haciendo
el sandeśa de Śrīla Prabhupāda.
—Muy bueno —afirmó Śrīla Prabhupāda. Entonces Rādhānātha le mostró a
Prabhupāda una foto de 20 por 25
cm de Rādhā-Vṛndāvananātha. Śrīla Prabhupāda miró a las
Deidades en silencio y meditando durante un minuto. Luego empezó a glorificar
al Señor Kṛṣṇa. Dijo que el Kṛṣṇa de Vṛndāvana es el más dulce. Cuando Kṛṣṇa
está en Mathurā o Dvārakā, Su belleza es de ciudad, pero cuando está en la
aldea de Vṛndāvana, Su belleza es más dulce. Mientras decía esto, Śrīla Prabhupāda
seguía mirando la fotografía de Rādhā-Vṛndāvananātha. Luego contó que Kṛṣṇa
sale a los campos de pastoreo con Su cuerno de búfalo y Su flauta a pastar las
vacas y jugar con Sus amigos. Kṛṣṇa y Sus amigos quedan tan absortos en sus
juegos, que madre Yaśodā tiene que salir a buscar a Kṛṣṇa y traerlo a casa.
—¿Dónde están estas Deidades? —preguntó Śrīla Prabhupāda a Kīrtanānanda
Swami.
—Están en la parte antigua de la finca —respondió Kīrtanānanda Swami—,
el lugar donde estuvo usted hace varios años.
—¿Me puedes llevar allí a verlas? —preguntó Śrīla Prabhupāda.
—Es muy difícil llegar allí —replicó Kīrtanānanda—. El camino es muy
malo. Va a ser incómodo para usted.
—¿No tienes un jeep? —sugirió Śrīla Prabhupāda.
Viendo la persistencia de Śrīla Prabhupāda, Kīrtanānanda Swami dijo que
iban a hacer todos los preparativos para que fuera allí.
Cuando los brahmacārīs de los
viejos barracones oyeron estas noticias, se pusieron extáticos. Intentaron lo
mejor que pudieron limpiar y preparar su templo del bosque y planearon cómo
recibir a Śrīla Prabhupāda. Rādhānātha enfatizó que Kīrtanānanda Swami había
dicho que era muy importante que la grabación de la canción Govindam comenzase tan pronto como Śrīla
Prabhupāda entrara por la puerta del templo. Por lo tanto, la grabadora debía
estar rebobinada y colocada estratégicamente. Un vigía debía aguardar en la
carretera y otro cerca de la casa para avisar la llegada de Śrīla Prabhupāda al
templo. Rādhānātha, el pūjārī, se
quedaría junto a la grabadora, listo para pulsar el botón en el instante
preciso.
Entretanto, Śrīla Prabhupāda, cuando había recorrido tres cuartos del
camino al barracón decidió bajarse de la camioneta en la que venía e ir
caminando el último trecho como paseo matutino. Mientras caminaba, uno a uno
todos los vigías se unieron a él. Pasando a una vaca negra, uno de los devotos
dijo:
—Śrīla Prabhupāda, esta es la primera vaca de Nueva Vṛndāvana.
—Sí —contestó Prabhupāda—, ya conozco a Kāliya.
Finalmente llegaron al barracón. Por algún motivo, todos los demás
devotos se detuvieron fuera y Śrīla Prabhupāda entró solo en el templo. Quedó
de pie con las manos juntas, mirando al sorprendido Rādhānātha, que estaba
esperando el aviso de los vigías. Con un leve retraso, Rādhānātha pulsó el
botón y comenzó Govindam. Entonces
abrió las cortinas y Śrīla Prabhupāda se hizo a un lado, mirando a Śrī Śrī Rādhā-Vṛndāvananātha.
Con la cabeza hizo un gesto de aprobación, el cual extendió posteriormente al pūjārī. Tras unos pocos momentos,
Prabhupāda caminó al fondo del templito y se sentó en el vyāsāsana de aspecto rústico. En forma sublime y natural comenzó a
dar la clase de la mañana sobre el Śrīmad-Bhāgavatam.
Rādhānātha Swami, entrevista
En más de
una ocasión Prabhupāda dejó ver que se encontraba como en casa en Nueva Vṛndāvana;
el Prabhupāda-līlāmṛta describe esto cuando narra la primera
visita de Prabhupāda al lugar. Aunque estaba acostumbrado a las grandes
ciudades, tan pronto como llegaba a un sitio como Nueva Vṛndāvana o la finca en
Hyderabad, se sentía cómodo y feliz en unas condiciones de vida tan primitivas.
En la India Prabhupāda había pasado la mayor parte de sus primeros años en
ciudades: creció en Calcuta, tuvo negocios en Allahabad y viajaba como hombre
de negocios. Por consiguiente su atracción hacia estos simples parajes
forestales era trascendental; también nos decía que a Kṛṣṇa Lo atraen tales
parajes en la Vṛndāvana original. Prabhupāda siempre se entusiasmaba ante la
perspectiva del varṇāśrama-dharma, la
vida campesina y la protección de las vacas cuando llegaba a estos lugares. Le
entusiasmaba ver una finca consciente de Kṛṣṇa desarrollada en una atmósfera
sencilla.
Rādhānātha
Swami cuenta que en una ocasión en Nueva Vṛndāvana, Prabhupāda dijo que los
devotos debían quedarse en Nueva Vṛndāvana y estar satisfechos. Era lo mismo
que Kīrtanānanda Swami les decía repetidamente a los devotos, pero cuando
Prabhupāda lo dijo se convirtió en una gran confirmación para los devotos de
allí. Prabhupāda estaba satisfecho de quedarse en su comunidad rural, y ellos
debían seguir ese ejemplo.
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