Apéndice 2
Si ésta fuera mi última columna que escribiera
Al sentarme a escribir esta
columna, me surgió repentinamente la pregunta: “¿Qué tal si me fuera a morir
mañana y éstas fueran mis últimas palabras —qué diría?”. Y otra pregunta
similar: “¿Qué tal si el mundo se fuera a acabar pronto y ésta fuera mi última
columna —cuál sería mi mensaje más urgente y pertinente?”. Si éste fuera mi
último editorial, ¿debería quizás analizar la escasez de gasolina? ¿O criticar
la industria publicitaria? ¿O debería dedicar mis últimas líneas a nombrar un
favorito para presidente de los Estados Unidos en 1980? Por supuesto, debo dar
el mensaje más útil y fundamental posible: “Por favor canten estos
nombres de Dios: Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare / Hare Rāma,
Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare”.
Ahora casi puedo escuchar a
muchos de mis lectores respondiendo: “¿Es eso todo lo que tiene que decir —que
tan sólo recitemos esa oración
de su secta religiosa?”. Entonces debo explicar que el canto de Hare Kṛṣṇa no
es una práctica sectaria sino que es un mantra, que entrega al cantor la
perfección más elevada de la vida. Existen tantos problemas en el mundo de hoy,
y en última instancia todos provienen de nuestra carencia de conciencia de
Dios. Los remiendos políticos, sociales y económicos son solamente eso; no
tocan la enfermedad subyacente. Pero si cantamos los nombres de Dios y
obedecemos Sus leyes, ésta será una terapia práctica para la civilización de
esta era, en la que los líderes de las naciones descuidan los principios de
conciencia de Dios.
Nuestros líderes tratarán
cualquier cosa, con la diplomacia o por la fuerza, para lograr sus objetivos
materiales miopes, pero no tienen ninguna visión para realmente solucionar los
problemas del mundo. Una solución es posible solamente a través de la educación
y la unificación de todas las personas en la plataforma espiritual —y no
sectaria— de cantar el nombre de Dios y obedecer Sus leyes. Aunque nuestros
planificadores ateos nos quieran hacer creer que es irreal e impráctico
dirigirnos hacia Dios, esto no es así. Hasta Napoleón, con todo y lo líder
mundano que era, admitió que: “La espada siempre será conquistada por el
espíritu”.
No le hacemos mucha propaganda,
pero en momentos de desesperación, la mayoría de nosotros, aun los ateos
declarados, nos volvemos a Dios. Hace unos cuantos años, en Atlanta, cuando un
devoto de Kṛṣṇa se postuló para alcalde con un programa de conciencia de Dios,
el director de un importante periódico escribió que el cantar los nombres de
Dios no podía solucionar los problemas del hombre. Luego sucedió un día que el
director fue secuestrado, encerrado en el porta equipajes de un auto, y se
exigió un rescate. Cuando finalmente fue soltado, y los reporteros le
preguntaron sobre qué había estado pensando durante su confinamiento, él dijo:
“Le estuve orando a Dios”.
Y esto es natural. Si alguien
cuando menos cree en el Señor Supremo (y una encuesta Gallup confirma que el 94
por ciento de nosotros sí cree), entonces él Lo llamará por lo menos cuando
esté en una crisis. ¿Pero por qué esperar hasta el último suspiro? Algunas
veces una persona cercana a la muerte le ora a Dios para que le permita seguir
viviendo unos cuantos años más... en desafío a las leyes de Dios. Pero esto no
es conciencia de Dios. Un proverbio hindú dice que el hombre le ora a Dios
cuando está en dificultades, pero si sólo le orara a Dios cuando se encuentra
bien, entonces no caería en dificultades, ya sea en la presente vida o en la
próxima.
Pero las Escrituras védicas (y
también todas las Escrituras del mundo) explican que tanto en esta vida como en
la otra podemos solucionar nuestros problemas al volvernos devotos del Señor
Supremo.
Así que, todos los devotos,
independientemente de su fe religiosa particular, tienen que enseñar a las
personas acerca de la glorificación de Dios y la obediencia de Sus
mandamientos. Aunque los burdos materialistas podrán estar absortos con sus
soluciones y remiendos materiales, por lo menos los hombres dedicados a Dios
tienen que enseñar los principios autorizados de la conciencia de Dios. Ellos
nunca deben abandonar el sencillo método de servicio devocional puro al
Supremo. Sin embargo eso es precisamente lo que están haciendo.
Una vez fui invitado a un
simposio en un programa de T.V. de Dallas. Unos treinta sacerdotes, ministros,
rabinos y monjes hablaron sucesiva y casi uniformemente sobre lo glorioso de
las obras de bienestar social. Yo sugerí que la labor social más elevada es la
de decir a la gente acerca de la glorificación de Dios y obediencia de Sus
leyes, y que los líderes espirituales deben instar a la gente a que evite
específicamente la matanza, el adulterio, los juegos de azar y las drogas y el
alcohol. Una vez que la gente empiece a glorificar a Dios y a obedecer Sus
leyes, no necesitarán tanto de obras ordinarias de bienestar social mundano. El
Señor Supremo nos proveerá todo lo que necesitemos, si tan sólo reconocemos
nuestra relación con Él. Aun cuando la gente no siga estrictamente los códigos
religiosos, de todas maneras sus líderes religiosos tienen que ocuparlos en
cantar los nombres de Dios. Esta es la esencia de la religión. Uno puede
escoger cantar Hare Kṛṣṇa o Allah o Jehovah; pero invocar los nombres de Dios
es recomendado en todas las Escrituras del mundo.
Las Escrituras védicas dicen que
todos nosotros somos almas espirituales, originalmente entidades vivientes
conscientes de Dios, pero que debido a nuestra relación con lo material desde
tiempo inmemorial, nuestra conciencia ahora se encuentra adulterada. Y el mantra
Hare Kṛṣṇa es un método sublime para revivir nuestra conciencia
trascendental. Estamos viviendo en una ilusión, tratando de enseñorearnos de la
naturaleza, aunque realmente nos encontramos bajo el dominio de sus estrictas
leyes. Por trabajar tratando de explotar los recursos de la naturaleza, nos
hemos enredado más y más en sus complejidades. A pesar de nuestra ardua lucha
por conquistar la naturaleza, dependemos aun más de ella. Esta lucha contra la
naturaleza puede ser detenida inmediatamente cuando revivamos nuestra eterna conciencia
de Kṛṣṇa; y el canto de Hare Kṛṣṇa es el proceso trascendental para revivir
esta conciencia pura y original. Al entonar esta vibración trascendental
limpiamos nuestros corazones de esta falsa mentalidad: “Soy el amo y señor de
todo lo que veo”.
Debido a que la conciencia de Kṛṣṇa
es la energía natural y original de la entidad viviente, cuando escuchamos la
vibración trascendental de los nombres de Kṛṣṇa se revive nuestra conciencia
original. De todas las formas de meditación religiosa o de estudio, el cantar
los nombres de Dios es lo más sencillo y lo más efectivo. Aún al principio
podemos sentir un éxtasis trascendental más allá del concepto material de la
vida. Invocar los nombres de Dios no requiere que cambiemos nuestra religión o
nacionalidad o estado social. Cualquiera lo puede hacer, siempre y cuando
tenga la guía apropiada.
Con guía apropiada podemos vivir
de acuerdo al proverbio “vida simple, pensamiento elevado”, satisfaciendo
nuestras necesidades materiales sin industrias artificiales ni una vida urbana
complicada, y ahorrando tiempo y energía para comprender nuestra relación
eterna con Dios; y así, a la hora de la muerte podemos regresar al mundo
espiritual.
Así que éste es mi mensaje: Por
favor canten Hare Kṛṣṇa. Espero vivir unos cuantos años más, para escribir más
mensajes conscientes de Kṛṣṇa. Pero aun si no, he entregado el mensaje más
urgente. Debemos siempre dar al mundo lo mejor, nuestra máxima contribución, y
debemos vivir cada día bajo el refugio de la Verdad Absoluta, como si fuese
nuestro último día. ¿Entonces por qué esperar a estar en el lecho de muerte, o
el día del juicio final? Por favor canten estos nombres de Dios: Hare Kṛṣṇa Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare / Hare
Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare.
Purita misericordia de Krsna, por favor acpte mis humildes reverenviw
ResponderEliminarHare Krishna, así es, la misericordia de Krishna, Sus devotos, el guru.
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