Bhagavad-gītā 13.31
Nosotros, los humanos, tenemos algo especial que otras especies no tienen: algo que nos ha permitido hacer cosas distintivas, como componer literatura, desarrollar la ciencia y explorar la metafísica.
Las grandes tradiciones religiosas del mundo reconocen que este algo especial constituye nuestra esencia espiritual. Pero ¿qué es exactamente esa esencia?
Algunas tradiciones equiparan nuestra espiritualidad con nuestra humanidad; sostienen que solo los humanos tenemos alma. Esta noción hace que toda existencia infrahumana carezca de propósito intrínseco; la flora y la fauna del mundo sólo existen como escenario cósmico para el drama central de la redención humana. Esto es antropocentrismo disfrazado de espiritualidad. Esta visión utilitaria de la vida no humana puede fácilmente degenerar en una visión explotadora, similar a la cosmovisión materialista actual que ha causado estragos ecológicos.
La sabiduría del Bhagavad-gītā explica que quienes equiparan su espiritualidad con su humanidad confunden una diferencia de grado con una diferencia de naturaleza. Una característica fundamental de toda vida, humana e infrahumana, es la consciencia. Y la consciencia, al ser inmaterial, proviene de una fuente espiritual: el alma. Como todos los seres vivos son conscientes, todos tienen alma. Más precisamente, son almas . El Bhagavad-gītā (13.31) nos insta a ver más allá de la diversidad de formas de vida, a la similitud de la esencia espiritual.
La ignorancia encubre la conciencia espiritual de todos los seres vivos, pero esta capa es más densa en los subhumanos que en los humanos. En consecuencia, mientras que la capacidad espiritual es casi inexistente en los animales, es incipiente en los humanos. Nuestra espiritualidad latente nos impulsa a indagar sobre la naturaleza y el propósito de nuestra existencia, desarrollando así diversas ramas del conocimiento distintivamente humanas. Cuando desarrollamos nuestro potencial espiritual, nos realizamos como almas. Esta autorrealización es nuestra prerrogativa humana única.
En general, al comprender que nuestra espiritualidad es más grande que nuestra humanidad, podemos valorar mejor a nuestros hermanos subhumanos, apreciando que el propósito último del universo los incluye también.
Cuando un hombre sensato deja de ver diferentes identidades que se deben a diferentes cuerpos materiales, y ve cómo se manifiestan los seres por todas partes, llega a la concepción Brahman. - Bhagavad-gītā 13.31