21. Madre violenta


Un muchacho californiano, David Shapiro, quedó atraído a Śrīla Prabhupāda por medio de sus libros y por la compañía de los devotos. Se trasladó al templo de Los Ángeles en una época en que Śrīla Prabhupāda estaba allí de visita, pero por desgracia la madre de David se puso violenta al ver que el hijo que ella había criado había elegido convertirse en devoto consciente de Kṛṣṇa. Era periodista, y emprendió una campaña escribiendo cartas contra el movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa. Escribió cartas a los periódicos y también a los departamentos del gobierno, quejándose de que su hijo estaba llevando una vida demasiado renunciada en la conciencia de Kṛṣṇa, y sintió que esto eran malos tratos. David intentó calmarla, pero no lo hizo muy bien. Casi siempre se ocupaba en fregar ollas en la cocina del templo, o salía con un grupo a cantar al centro de la ciudad, y no se acordaba, o no se tomaba la molestia, de llamar a su madre. En el templo, los devotos tampoco ayudaban mucho, pues a veces se olvidaban de avisarle que su madre había llamado. La madre de David, en su campaña postal, escribió cartas también a Śrīla Prabhupāda. Prabhupāda contestó a una de sus cartas, pero ella no estaba interesada en dialogar o considerar el beneficio espiritual de su hijo, que Śrīla Prabhupāda le describió. Ella quería solamente que su hijo volviese.

Opinando que el templo de Los Ángeles podría verse en problemas a causa de esta mujer, el presidente del templo le pidió a David que dejase el templo. Aunque David era un devoto sumiso, se negó a irse y empezó a llorar: —No estoy iniciado. Llevo un año en este movimiento y no estoy iniciado; no tengo ninguna conexión con mi maestro espiritual. ¿Cómo puedo irme del templo sin esta conexión? ¡Quizá no vuelva nunca!—. Tanto el presidente del templo como David estaban confundidos. Se informó entonces a Prabhupāda de cómo el joven no quería irse, y él lo llamó a su habitación.

David fue a las habitaciones de Prabhupāda y se postró ante él, mientras Prabhupāda tomaba prasāda.

Prabhupāda le habló dulcemente: —Parece que tienes alguna dificultad con tu madre.

—Sí, Śrīla Prabhupāda.

—Está bien —dijo Prabhupāda—. He decidido iniciarte.

Entonces, en aquel mismo sitio, sin ninguna de las ceremonias formales requeridas, Prabhupāda dio a David su nuevo nombre, su nombre espiritual.

—Ahora tu nombre es Nṛsiṁhānanda dāsa. ¿Te parece bien?

—Sí, eh... —David difícilmente podía hablar.

Prabhupāda continuó: —Te doy este nombre, Nṛsiṁhānanda, porque gracias a Él estarás siempre protegido de tus padres.

Prabhupāda ofreció entonces a Nṛsiṁhānanda un poco de prasāda de su plato, y agregó: —Ahora puedes irte a casa y quedarte allí algún tiempo. Eso te vendrá muy bien. Creo que podrás hacer prasāda vegetariano allí, ¿no?

—Sí —dijo Nṛsiṁhānanda.

—Puedes pasar un tiempo en tu casa, y luego venir de vuelta —dijo Prabhupāda.

Nṛsiṁhānanda entendió el deseo de Prabhupāda, y tenía fe en que funcionaría. —Gracias, Śrīla Prabhupāda —dijo, y salió.

Así regresó David Shapiro, ahora Nṛsiṁhānanda dāsa Brahmacārī, a casa de su madre. Diez meses después, cuando tanto el hijo como la madre habían conseguido una visión más madura de la conciencia de Kṛṣṇa, Nṛsiṁhānanda volvió a unirse al movimiento de Prabhupāda, esta vez para quedarse.
Entrevista con Nṛsiṁhānanda dāsa

1 comentario:

  1. Victor Manuel Moreno Herrera8/12/2013 4:20 p. m.

    Maravilloso, Jay Srila Prabhupada!!!

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