29. El prasāda de Piśimā (su hermana)



Śrīla Prabhupāda siempre aceptaba los alimentos cocinados por su hermana Piśimā, aun cuando sabía que el aceite y los condimentos que ella usaba lo enfermaban. Pero como ella estaba tan entregada a Śrīla Prabhupāda, él comía de su prasāda como si fuera ordenado por Kṛṣṇa.

Pero a veces les comentaba a sus discípulos que él no podía comer lo que le cocinaba Piśimā. Una vez, en Māyāpura, cuando Prabhupāda le confió a su discípula Pālikā que no quería comer la ofrenda de Piśimā, Pālikā trató de satisfacerlo trayéndole lo que él deseaba. Pero cuando Pālikā entró con el almuerzo y él vio que estaba hecho exclusivamente de las ofrendas de Piśimā, se enfadó.

—¿Por qué no me has traído lo que te pedí?

—Piśimā estaba allí ­—respondió Pālikā—. ¿Qué podía yo hacer? Ella escondió el dāl.

—Está bien —dijo Prabhupāda—. Mañana trata de nuevo. Yo te diré lo que quiero y tú lo cocinarás.

Pero al día siguiente pasó lo mismo. Piśimā usaba chiles picantes y especias y Prabhupāda realmente se estaba empezando a enfermar. Pālikā trató de esconder los chiles, pero Piśimā le escondía los vegetales. Pronto no hubo comunicación entre las dos madres.

Dos discípulos bengalíes —Bhakti-caru y Nitāicānd— fueron llamados para hacer las paces entre Piśimā y Pālikā. Pero Piśimā no quería discutir. Dijo que cualquier cosa que ella cocinara era lo que Prabhupāda quería. Le había cocinado por setenta años y sabía muy bien lo que a él le gustaba. Y en todo el mundo no había ningún medio para hacerle cocinar otra cosa.

Los devotos le comunicaron a Prabhupāda lo que decía Piśimā y él replicó: —Está bien, déjenla que cocine, pero Pālikā también me tiene que hacer algo que yo pueda comer.

Después de esto las dos madres comenzaron a cocinar en los dos extremos opuestos de la cocina. Piśimā preparaba algunas preparaciones y las ponía sobre el plato y Pālikā ponía las restantes. Pero un día Piśimā decidió que Pālikā no debía cocinar nada, así que cocinó todo. Cuando Pālikā trató incluso de entrar en la cocina, Piśimā levantó su cucharón y le gritó en bengalí. Cuando Pālikā le llevó el plato de prasāda a Prabhupāda y él vio que todo había sido cocinado por Piśimā, exclamó: —¿Qué es esto? ¡Yo no puedo comer eso!—. Golpeó el puño contra su escritorio y repitió: —¡Yo no puedo comer eso! ¡Ella sabe que yo esto no lo puedo comer!—. Prabhupāda se quedó mirando unos momentos el plato mientras Pālika temblaba en el rincón. Entonces Prabhupāda dijo: —Pero es la misericordia de Kṛṣṇa. Por lo tanto me lo comeré—. Por supuesto que Prabhupāda sabía que no tenía más que pedir y veinte devotos hubieran ido corriendo a la cocina y le hubieran hecho lo que él quisiera. Pero decidió que Kṛṣṇa le había enviado el prasāda de Piśimā y él tenía que comérselo. Pero esa misma noche Prabhupāda cayó enfermo. En los siguientes dos días no pudo comer nada, excepto leche caliente y medicina.

Entrevista con Nandarāṇī-devī dāsī

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