Nuestro cuerpo no es nuestro para maltratarlo con austeridades arbitrarias


Bhagavad-gītā 17.5

A menudo pensamos que somos nuestro cuerpo o, al menos, que el cuerpo nos pertenece. Cuando adquirimos conocimiento espiritual, entendemos que somos almas, partes de Dios, y que el cuerpo es un vehículo destinado a ser utilizado para avanzar en nuestro crecimiento espiritual. Una consecuencia bien conocida de esta comprensión vehicular del cuerpo es que no debemos abusar de él mediante indulgencias arbitrarias. Otra implicación menos discutida es que tampoco debemos atormentarlo con austeridades arbitrarias.

La austeridad puede ser una práctica poderosa, siempre y cuando se realice bajo la guía de las Escrituras y con el propósito de cumplir el objetivo supremo de la vida: la evolución espiritual hacia el amor a Dios. El Bhagavad-gītā (17.5–6) reprende a quienes abusan de su cuerpo realizando austeridades con fines egoístas. Estas personas quizá quieran demostrar al mundo cuán autocontroladas son, pero no tienen ningún propósito espiritual.

Por lo general, nuestro egocentrismo nos impulsa a complacer al cuerpo, pero en ocasiones también puede llevarnos a privarlo. El Śrīmad-Bhāgavatam describe al demonio Hiraṇyakaśipu, quien realizó austeridades fenomenales con el propósito demoníaco de destruir a Dios. Ese tipo de austeridad está en la modalidad de la ignorancia, pues ignora el propósito de la vida: la evolución espiritual. La austeridad de Hiraṇyakaśipu no fue para acercarse a Dios, sino para destruirlo.

La esencia de la mentalidad demoníaca no es solo la indulgencia sensorial; es una desafiante y malévola oposición a Dios. Esa oposición suele manifestarse como indulgencia indiscriminada, pero en ocasiones también puede manifestarse como abstinencia indiscriminada.

A través del estudio regular del Gītā, cuando el amor por Dios se convierte en el propósito impulsor de nuestra vida, podemos incorporar de manera saludable diversas prácticas para el crecimiento interior, como la austeridad. El Gītā también recomienda el bhakti-yoga como el proceso tradicional para la evolución espiritual. Cuando desarrollamos gusto por el gozo trascendental mediante la práctica regular del bhakti-yoga, superamos el deseo de placeres mundanos, ya sea por medio de la indulgencia física o de la abstinencia egocéntrica.

A aquellos que se someten a severas austeridades y penitencias que no se recomiendan en las Escrituras, y que las realizan por orgullo y egoísmo, a quienes los mueven la lujuria y el apego […], se los ha de conocer como demonios. - Bhagavad-gītā 17.5

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